Miedo, furia,
curiosidad, precaución y fascinación fueron las emociones de las que se
alimentó Cirse, cuando entro a la cena detrás de Louis y seguida por los otros
tres miembros de su manada.
A pesar de que habían
llegado a tiempo, toda la gente de Adriel ya se encontraba ahí y aunque Caperuza
agradeció el festín emocional, pero se desanimó al comprender que jamás la
aceptarían.
Se acercaron a la
mesa de Adriel, a su lado había una loba, que parecía enamorada de él, así que
supuso que era la mujer de la que le había hablado su tía Aradia. A
ella si la aceptarían sin ningún problema, pensó mientras la observaba
fijamente, no era fea y parecía fuerte.
—Gracias por venir
espero que disfruten de la comida y el vino— dijo Adriel, mientras tomaba la
mano de Louis.
—Gracias por
invitarnos.
Cirse aprovechó el
momento para descubrir su cabeza, que deliberadamente tapó con su capa roja e
inclinó la cabeza en forma de agradecimiento. De inmediato sintió una ola de
sorpresa y admiración proveniente de todos los lobos, sin importar su género, que
la vieron de frente o perfil.
Ella sabía que era
bonita, tal vez no era sensual como su tía, pero la inocencia de su cara y sus
ojos negros siempre impresionaba. Aun así, decidió usar su magia para crear un
efecto más apabullante. Tal vez nunca me acepten, pero siempre me van a
recordar y desear, sentenció.
Adriel la vio
fijamente, hasta que Gailan los invito a sentarse en la mesa más cercana a la tarima, que era donde
estaba la principal que ocupaban: Myrcella, Gailan, Adriel, Mar y Yul.
Cuando todos estuvieron
sentados, el Lobo dio la orden para que sirvieran la comida: eran grandes
trozos de carne asada y cerveza por montón. Sin embargo, a Caperuza también le
llevaron una especie de ensalada que, aunque sabía bien, no tenía un aspecto
muy apetecible.
Tras un rato algunos de
los presentes, motivados por el alcohol, empezaron a hablar más animadamente,
hasta que por fin varios empezaron a tocar unos instrumentos y cantaban. A
Cirse le impresionó que sin importar si eran mujer u hombre, todos actuaban del
mismo modo salvaje; mientras que las parejas eran muy dominantes entre ellos,
aunque siempre había alguno que llevaba el mando y era más que notable, en su
mayoría eran los machos.
En su mesa nadie se
había parado a bailar, ni parecía tan borracho como lo demás, sospecho que
estaban siendo cautelosos por su condición de visitantes.
—Tú novio no deja de
verte— dijo de repente Louis.
—Lo sé— contestó ella
volteando a ver de reojo a Adriel, quien la miraba.
—Lo salvas y te vas.
Eres cruel…
—¿Estás borracho?—
preguntó Caperuza sorprendida.
—Un poco…— Lo cierto
es que a esa altura de la noche ella también estaba un poco borracha y drogada,
por el alcohol y la amapola que se había tomado para el dolor de su
brazo.
—Ahora vuelvo— le
dijo a Louis y salió del salón, necesitaba un poco de aire, así que se cubrió
con sus poderes, para que nadie la pudiera ver y salió de ahí.
Cuando estuvo afuera
respiro hondo y vio la luna, las densas nubes la cubrían, pero estaba en la
fase perfecta para hacer un hechizo de desapego. Su mente vagó hasta el frasco
que su tía le había dado para dejar de amar a Adriel y quiso llorar, siempre lo
traía con ella, pero no tenía el valor para tirarlo o tomarlo.
—Cirse— la llamaron.
Ella reconoció la voz y la odio, la furia inundó su interior.
—Pensé que te había
prohibido hablarme— dijo y se dio medio vuelta para ver a Yul.
—No quiero pelear,
solo quiero agradecerte por salvarnos.
De repente a Yul
empezó dolerle el estómago y se dobló por la mitad, sin poder respirar.
—¿Sabes por qué no use
mi don en tu contra?— dijo mientras se acercaba a él y le acariciaba la cabeza—
Sabía que me volverías a hablar y que yo podría causare daño— sin decir más,
detuvo el dolor que le provocó al lobo.
—Se que me culpas
porque que lo tuyo y lo de Adriel no funciona, pero nada le impide estar
contigo— dijo mientras recuperaba el aliento.
—Lo sé, pero prefiero
lastimarte a ti que a él.
Cirse se alejó de ahí
y se adentró al bosque, tenía muchas ganas de huir y no voltear a atrás, sin
embargo, sentía que algo la detenía y se repetía que era por su brazo, pero en
el fondo sabía que eran sus sentimientos por Adriel.
—¿Qué haces aquí?—
dijo el Lobo interrumpiendo de sus pensamientos.
—Pensando en ti—
confesó Caperuza.
ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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Oooh! Está muy interesante. Me tienes atrapada con este trama Maldita Roja 😍😍😍
ResponderBorrarMuchas gracias :3
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