Caperuza y el Lobo - TREINTA Y NUEVE - Zaslove, La Maldita Roja

jueves, 26 de septiembre de 2019

Caperuza y el Lobo - TREINTA Y NUEVE



Adriel tardó un par de minutos en notar que Cirse ya no estaba en el salón y al mismo tiempo se percató de la ausencia de Yul. Siguió el olor del lobo y lo encontró de rodillas en el suelo, mientras Caperuza se alejaba de él y se adentraba en el bosque. 

—¿Qué pasó?— le preguntó a su amigo, al tiempo que lo ayudada a levantarse. 

—La hice enojar. 

—Vuelve a la fiesta, ahora vuelvo.

—Adriel, sé que no quieres oírme, pero lo que pasa entre tú y ella no es buena idea. 

El alfa gruñó y siguió su camino, sin embargo, no lograba encontrar a Caperuza y se empezaba a enojar, ya que esta le parecía la única oportunidad de estar a solas con ella y se negaba a perderla. 

Se va a enojar, pensó y activo la marca que le había hecho, con la intención de poder encontrarla. No estaba lejos. 

La vio de espaldas con su larga y negra cabellera, que cubría parte de su capa roja, y la deseo al momento, pero también sintió una nostalgia inmensa.

—¿Qué haces aquí? 

—Pensando en ti. 

Con mucho cuidado puso su mano en el hombro de Cirse y ella se volteó, para abrazarlo ocultando su cara en su pecho. El gesto sorprendió a Adriel que tardó unos segundos en responder el abrazo y darle un beso en la cabeza. 

—¿Qué pasa? 

—Te extraño— confesó ella. 

—Y yo a… — Adriel pensaba contestarle, pero sintió las uñas de Caperuza clavándose en su espalda. 

—No te atrevas a mentirme— advirtió Cirse y se separó de él. 

—No iba a mentir.

Por un momento ambos se quedaron viendo fijamente sin decir nada, no lo decían, pero tenían miedo de decir o hacer algo que profundizará más la brecha que ya existía entre los dos. 

—Mañana me voy — dijo por fin Caperuza.

—Lo sé— contestó Adriel y trató de pedirle que se quedara, pero no encontró el valor. 

—¿Cómo sabías en donde estaba? 

—La marca que te hice, es la primera vez que la usó. 

Cirse se tocó la parte donde el Lobo la había mordido, no sabía que la marca funcionaba aun a través de su magia o que él podía activarla o no a su gusto; aparte de que no creyó que no la hubiera usado antes.

—No es la primera vez que la usas. 

—Sí lo es. Si la hubiera usado antes— contestó como si adivinara sus pensamientos— habría sentido tu dolor y te hubiera ido a buscar. 

—Quiero creerte, pero… 

—¡Basta Cirse!

Ella quiso llorar en cuanto el Lobo le gritó, no fue por miedo, pero el dolor en los ojos de Adriel era demasiado visible para ignorarlo. 

—¿Qué quieres de mi Adriel? 

—Te quiero a ti. 

—Pero no puedes estar conmigo, tu manada no me quiere y eso no va a cambiar. 

—Eso no lo sabes. 

—¡Si lo sé!

—Las cosas cambian. 

—No es cierto y aunque así fuera ya nos hicimos demasiado daño. 

—Pero nuestro destino es estar juntos— Cirse no supo qué responder, ella también lo creía, aunque a diferencia del Adriel sabía que hay destinos que no se pueden cumplir. 

No quiero que se vaya, no hoy, pensó el Lobo mientras la veía a dudar y se acercó a ella. 

—Por favor, sólo por hoy no discutas, quédate a mi lado— dijo y la besó.

Caperuza dejó que él la besara, aunque sintió un gran dolor en su corazón. ¿Por qué sólo hoy? ¿Por qué no me quiere para siempre?, se preguntó y sin poder evitarlo empezó a llorar. 

Adriel se separó de ella y trató de calmarla, sin embargo, le pareció imposible; así que la cargó y la llevó hasta su casa, mientras ella escondía su rostro. En ese momento se dio cuenta de lo frágil que podía ser la Bruja y del poder que tenía sobre ella.

ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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