Caperuza y el Lobo - CUARENTA - Zaslove, La Maldita Roja

martes, 22 de octubre de 2019

Caperuza y el Lobo - CUARENTA


 
En cuanto llegaron a su cabaña, Adriel colocó a Cirse en su cama y fue por una cerveza. ¿Qué hago?, se preguntó cuando estuvo alejado de ella.

Cuando volvió al cuarto Caperuza había dejado de llorar, pero seguía en la misma posición; así que se sentó a su lado y pasó su mano por su cabello.

—¿Estás bien?— Preguntó el Lobo sin saber qué más decir.

—Me duele mi brazo.

Adriel no sabía qué decir o hacer, ella no se movía y él no quería perturbar esa extraña paz, no quería que volviera a llorar o iniciara una pelea. Sin embargo, Cirse lo sacó de sus pensamientos, cuando se sentó y le quitó el tarro de cerveza, para darle un buen trago.

—Tenemos que volver a la fiesta— dijo Caperuza, mientras su aspecto cambiaba de alguien que había estado llorando a una mujer impecable.

—No, nos vamos a quedar aquí.

Adriel la abrazó y la hizo acostarse en la cama, ella ofreció un poco de lucha, pero al final cedió y se recostó.

—No deberías usar tu magia para verte bien, tienes que concentrarte en tu brazo.

—Me veo fatal.

—Te he visto de todas las maneras…

—Antes creía que podía confiar en ti.

El Lobo se quedó callado y no dijo nada más, sin embargo, Cirse retiró la magia y su rostro dejó de lucir perfecto. No dejaba de ser bella, pero se veía cansada. Adriel la abrazo y la acomodó sobre su pecho, ella no opuso resistencia y se dejó guiar.

¿Qué hago? Se volvió a preguntar Adriel, mientras aspiraba su aroma y un nudo crecía en su garganta. Estaba seguro de que con el tiempo él podía arreglar la situación, pero no podía volver a pedirle que lo esperaba. Ya había entendido que no era justo para ella, ni para él.

Empezó a sentir una enorme presión en el pecho y que no podía respirar, no quería hacerla sufrir, no quería volver a verla llorar. Quería ponerla en un lugar seguro, para que nadie le hiciera daño y quería regresar al momento en que nadie conocía su identidad, cuando Joan, ni Louis, ni su tía, ni Yul sabían quién era ella en realidad. Cuando sólo él sabía quién era, tal y como ella lo había querido.

Sin embargo, de repente se sintió en paz, aunque su mente seguía pensando en todo.

—¿Qué hiciste?

—Estabas muy angustiado y me empezabas a poner de malas.

Él no necesito oler la mentira, para saber que no decía la verdad, ya conocía todos sus tonos de voz y gestos al hablar.

—¿Quieres intentar lo de tu brazo?— Caperuza no contestó, solo se acurrucó más— Por mí marca es más probable que yo te pueda curar— nuevamente se quedó callada—. Lo necesitas.

Ella se sentó y quito la magia sobre su brazo, él pudo ver la pequeña hinchazón.

—Si lo haces… ¿Tengo que permanecer aquí?

—¿Tan malo sería?

—Tu gente no me quiere y me tienen miedo, aparte está la loba que te ama.

—Ella no es nada para mí.

—A ella si la quiere tu manada…

Adriel no dijo nada, al final Cirse tenía razón y ambos lo sabían, toda su manada esperaba que se casara con Mar y él no había dicho que no lo haría.

Con cuidado tomó el brazo de Caperuza y vio la herida, la furia volvió a crecer en él, pero no dijo nada. Sabía que cualquier cosa ella lo malentendería y se enojaría.

—¿Cuánto tiempo dura curado tu brazo?

—Un minuto por mucho y luego se vuelve a romper.

—Lo más lógico para curarte es que bebas de mi sangre, ya que es una fractura interna.

La Bruja no dijo nada, solo lo vio a los ojos y curó su brazo, debido a la magia de Joan, le resultaba difícil y doloroso, pero lo logró. Sin embargo, de inmediato un dolor más fuerte la sacudió, Adriel le rompió el brazo sin la menor duda y no pudo evitar gritar.

Por alguna razón, el dolor casi la hace desvanecerse, pero logró mantenerse despierta y alargó las uñas de su mano, para abrir la piel de una mano del Lobo y se puso a beber su sangre.

Cuando la fractura de Cirse sanó por completo, ella dejó de succionar la sangre del Lobo y ambos esperaron un par de minutos para cerciorarse que la magia de la bruja de Cenicienta ya no hacía ningún efecto.

En el momento que Adriel estuvo seguro de que su brazo no se iba a volver a fractura se desplomó sobre su cama, Caperuza había bebido demasiada sangre y ahora estaba muy débil.

—¿Estás bien?

—Si, no te preocupes.

—Tomé demasiado…

—Estoy bien… — murmuró el Lobo y se desmayó.

ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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