Caperuza y el Lobo - ESPECIAL DE AÑO NUEVO - Zaslove, La Maldita Roja

lunes, 30 de diciembre de 2019

Caperuza y el Lobo - ESPECIAL DE AÑO NUEVO




Adriel vio cómo se preparaba, mientras esperaba sentado en una silla; era el primer Año Nuevo que pasaban juntos y Cirse decidió celebrarlo en su hogar, porque quería que él hiciera la cena. 

Por lo que él obedeció e hizo la cena que disfrutarían después de la medianoche y del ritual que haría la pequeña bruja para comenzar el nuevo ciclo, pero en lo que eso pasaba, el Lobo había sido exiliado a un rincón de su casa, desde el que veía como el piso de su sala era pintado con una estrella gigante de cinco picos.

El contorno de la estrella también había sido tapizado con un montón de hierbas que olían demasiado bien para Adriel y con una vela en cada pico, así como el dibujo de una runa, todas eran diferente y él no era capaz de distinguirlas.

Cuando Cirse terminó de acomodar todo se hinco en el centro de la estrella y dijo una oración, al terminar las velas se encendieron y una estrella igual apareció en el techo, con las velas, las runas y las hierbas. 

—Ya casi es la media noche, entra a la estrella— dijo Cirse, mientras se levanta y lo volteaba a ver—. Sin ropa. 

—Tú estás vestida— reclamó Adriel y el hermoso vestido rojo que traía puesto la pequeña bruja desapareció. En ese momento el lobo quiso tener el poder de la bruja, para no tener que quitarse prenda por prenda.

No era la primera vez que participaba en un ritual de brujería, sin embargo, siempre era en grupo o con Yul acompañándolo. Esta vez era muy diferente, era más íntimo y él estaba enamorado de la bruja.

Ingresó a la estrella y cuando estuvo frente a Cirse, le dio un beso en la frente y tomó uno de sus senos, sabía que no iban a hacer nada, pero le gustaba disfrutar de su cuerpo, era relajante para él. Ambos se sentaron uno frente al otro y él se le quedó viendo fijamente a los ojos. 

—¿Qué?— preguntó ella.

—Nada, me gusta verte. 

De un segundo para otro, el cuerpo de Caperuza se llenó de runas, que brillaban en un rojo escarlata que alertó a Adriel y tocó una con mucho cuidado.

—No me duelen, ahorita no— dijo Cirse, como si pudiera leer su pensamiento—. Son para protegerme y estabilizar varios aspectos de mi poder, mi familia y otras cosas. ¿Te puedo hacer una?

—¿Para qué? 

—Para que siempre estés protegido. 

—Sí— contestó sin dudar—, ¿pero en sí que vamos a hacer?

—Pues le vamos a agradecer a los elementos por un año más de vida, les ofreceremos una ofrenda y para el año que viene daremos un sacrificio, para que siempre estemos protegidos. 

—¿Qué tipo de ofrenda?

—Dos, una de sangre y una de comunión— los cuerpos de dos mujeres aparecieron, uno a su derecha o izquierda—. No te preocupes, tu casa no va a quedar manchada, abrí un pequeño portal espejo. 

—¿Las brujas pueden hacer eso?— preguntó Adriel dudoso, hasta donde sabía sólo algunos demonios y hadas podían realizar ese tipo de magia.

—Solo las de mi familia. 

—¿Cuántas mujeres y hombres guardas?

—No muchas, a ellas las conseguí en este mes. Muchas personas dan a seres humanos como sacrificio para realizar hechizos; en su caso ellas se entregaron solas, para proteger a sus seres queridos padres— dijo señalando a la joven de cabello castaño— y a sus hijos— vio a la mujer de cabello negro. 

Cirse le explicó que ella mataría a las mujeres y él sacaría los corazones de ambas, después harían una oración, para ofrecer la muerte de la mujer mayor como agradecimiento por el tiempo que pasó y la joven como sacrificio para tener un buen año. 

—Quiero agradecer porque la vida te trajo a mi vida y espero poder crear más momentos a tu lado— mencionó Caperuza tras decir una oración. 

—Gracias por quedarte a mi lado todo este tiempo— empezó a Adriel—, por no separarte de mi lado. Gracias por estos lindos momentos, por estar conmigo. Este año has sido mi alegría y deseo que nada cambie.

El Lobo no pudo evitarlo y tomó la mano de su amada, a pasar de que había logrado mantenerse alejado de ella desde que comenzó la ceremonia, sintió que una gran felicidad lo invadió y deseó que pudieran quedarse toda la vida en su casa.

Cuando ella reaccionó a su toque y entrelazo sus dedos, Adriel se sintió pleno, como si fuera el ser más poderoso y deseó terminar con la distancia que los separaba.

—Te grabare la runa en el pecho— explicó ella, mientras extendía un dedo hacía él—. Te protegerá de todo daño que te quieran hacer con magia o al menos lo debilitará, pero aun así tienes que cuidarte. No te metas en problemas. Yo siempre te cuidare, pero también tengo mis limitaciones— explicó y con su uña marco la runa en la piel del hombre lobo.

Por un momento el Lobo no pudo respirar, pero no era el dolor, era la impresión. No podía creer lo feliz que se sintió al escuchar que ella se preocupaba por él y que le prometía cuidarlo.

Al finalizar las oraciones, Cirse quemó los cuerpos de las mujeres que flotaban en el aire, hasta que sólo fueron cenizas y entregó los corazones a un pequeño espíritu que apareció justo en medio de ellos.

Cuando terminaron la ceremonia, la estrella del techo desapareció y Caperuza besó apasionadamente a Adriel, mientras se sentaba a horcajadas sobre él. 

—Sigue el ritual de comunión, le ofrecemos nuestro amor a los dioses y convivimos con ellos— el Lobo no perdió el tiempo y entro en ella.

—Me gusta estar dentro de ti— susurró mientras besaba su cuello.

Tras hacer el amor, Cirse calentó la comida con su magia y ambos cenaron abrazados, mientras se cubrían con una cobija.

—¿Has pensado en tener hijos?— preguntó de repente el Lobo, logrando sorprender a la bruja. 

—No sé, es decir, sí quiero, pero mi familia es especial— confesó sinceramente—, ¿y tú?

—Sí, quiero brujitas y lobitos

—¿De verdad tendrías hijos conmigo? A pesar de lo que ya sabes de mí y mi familia. 

—Sí. 

—Mi familia se vuelve loca por amor, tengo miedo de que me pase lo mismo y termine haciendo algo horrible.

—Yo no lo permitiré y también tengo miedo, de ser como mi papá, de ser un cobarde; pero, así como tú me dijiste que yo no soy como él, tú no eres como ellas.

Cirse lo vio a los ojos, creía en lo que él decía, así que decidió contarle sobre su abuelo, quien era un demonio, por eso ella podía abrir portales a otras dimensiones. Le explicó que de él había heredado tanto poder su madre y su tía.

—No importa quiero pequeñas Cirses y no quiero que nunca te vayas— susurró Adriel, cuando termino de escuchar la historia. 

—No tengo planeado irme— le contestó ella al tiempo que se acurrucaba entre sus brazos y les pedía a todos los dioses que nunca lo alejaran de su lado.  

Esa noche se convirtió en un momento que el Lobo y Caperuza jamás podrían olvidar, sin importar el tiempo o la distancia, porque ambos creyeron que el futuro era suyo y estarían juntos por siempre.

ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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2 comentarios:

  1. Casi lloro, fue una capítulo hermoso 💖💖💖

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  2. 😍😍😍😍😍💖💖💖💖Excelente Roja siempre hay esperanza para estos personajes

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