Caperuza y el Lobo - TREINTA Y SEIS - Zaslove, La Maldita Roja

jueves, 22 de agosto de 2019

Caperuza y el Lobo - TREINTA Y SEIS



Adriel vio caminar a Cirse detrás de Louis, mientras ingresaban a la sala de estar. El acto que lo molesto porque significaba protección o sumisión, pero tuvo la inteligencia de no decir nada. Ella se veía más bonita de lo que recordaba, con un vestido blanco que dejaba sus hombros y brazos totalmente descubiertos. 

 —Gracias por venir — dijo Caperuza mientras se sentaba en la silla que se encontraba frente a ellos. Por su parte, Louis inclinó la cabeza y se quedó en una esquina de la habitación, aunque no lo decía quería cuidar a la Bruja, pero sin faltarle el respeto al alfa de la manada. No pensaba poner en peligro a sus lobos por una mujer. 

 —Soy el alfa, Adriel. Ella es mi tía, Myrcella, y es la curandera de la manada.

 —Un gusto — respondió Louis cuando se dio cuenta de que Cirse no iba a contestar—. Yo soy Louis el alfa de mi manada. Ella es Cirse, la bruja que nos salvó.

La tía sonrió de manera cálida, pero con mucha preocupación. Como todos los lobos en la cabaña había olido la sorpresa y el disgusto de la Bruja cuando Adriel los presento. 

 —Cuando llegaron tus lobos los revise y están bien— Mircella se dirigió a Louis —. Supongo que quieres que los revise a ustedes.

 —Solo a mí — contestó Caperuza, sorprendiendo a Adriel y la tía —. Solo necesito algo para el dolor, por una fractura.

 —¿Puedo revisarte? — preguntó tratando de no parecer nerviosa, la verdad es que no confiaba en ningún brujo, pero como había dicho Louis, prácticamente ella los había salvado. 

 —Sí — contestó con una sonrisa, que la tranquilizó. 

Con precaución se acercó a la bruja y tomó el brazo que le extendió. Caperuza olía cítricos, aunque había un pequeño rastro de sangre en el aire, pero no era humana. 

Su brazo lucía perfecto un segundo y su piel era suave, no parecía haber ninguna fractura, sin embargo, cuando parpadeo pudo notar una inflamación entre el hombro y el codo, al tocarla percibió la fractura y olió el dolor de ella. 

 —Parece una fractura limpia, debe ocasionar mucho dolor. ¿No puedes curarte sola? — preguntó y la volteo a ver, a los ojos. 

Notó que veía hacia donde estaba su sobrino, no tuvo que verificar para saber que él la veía fijamente. 

 —No — dijo amablemente y la volteo a ver —. La fractura me la hizo Joan, así que no soy capaz de curarme, cada vez que lo hago solo dura unos segundos y se vuelve a romper.

La tía soltó el brazo y volvió a sentarse a lado de Adriel, no era capaz de oler la furia de su sobrino, pero se veía en su cara.

 —¿Uso magia? 

 —Si y me duele mucho, por eso quiero algo para aguantar en el dolor, hasta que descubra cómo curarme. 

 —¿Por qué no dijiste nada? — preguntó Adriel de manera pausada y sin dejar de ver a Caperuza fijamente a los ojos. Ella hizo el gesto de que había olvidado su presencia. 

 —Si hubiera dicho algo, sólo habría iniciado una pelea y eso sólo habría traído muchas muertes. Me gusta estar viva. 

 —Hay algo que podríamos intentar, pero no sé si funcione. 

 —¿Qué? — la cuestionó bruscamente Adriel. Ella se sorprendió por la actitud de su sobrino y empezó a sospechar que había algo más entre la bruja y él. 

 —Para curarte… 

 —No se va a poder… 

 —¡Deja que hable! Sigue— por un momento Myrcella dudo en obedecerlo, ya que vio un destello rojo en los ojos de la Bruja, pero le hizo caso a su alfa —, por favor.

 —Los lobos podemos curar a quien herimos, si curas tu brazo y un lobo te lo rompe, él podría curarte.

Caperuza lo meditó unos segundos, no creía que fuera tan sencillo pero un poco de magia y el poder de un lobo podría funcionar. Aún tenía muchas cosas que pensar, vio a Adriel y notó que no iba a aceptar un no por respuesta, pero ella tampoco iba a dejar que él la curara.

 —Antes de intentar cualquier cosa, necesito comer, podría darme algo para el dolor y tras la cena intentamos eso. 

 —Sí — la tía sacó una pomada y un frasco de una pequeña bolsa que llevaba, había decidido llevar todo lo básico —. Tomate todo esto y ponte la pomada. ¿Te ayudo? 

Cirse inclinó la cabeza y la loba se volvió a acercar, cuando le unto la pomada, todos pudieron oler y ver el gran dolor que Caperuza sentía.

Eso pareció ser demasiado para su sobrino, quien se levantó del lugar y fue a la cocina. Por un momento, pensó que Cirse lo seguiría, pero se quedó con ella en la sala de estar, a pesar de que ya la había terminado de curar.

 —Muchas gracias.

 —¿Por qué te lo rompió? — la pregunta sorprendió a Cirse, no pensó que la loba se atreviera a hacer algo más que su trabajo. 

 —Le debía un trabajo y fue su manera de cobrarlo. 

 —¿Por qué le debías algo? — preguntó Adriel, quién volvió en cuanto el dolor de Cirse se hizo menos intenso. 

 —¡Qué te importa! 

 —¡No empieces y dime!

 —¡Me dejaste mal herida! Muy mal y no podía curarme, tuve que pedirle ayuda para poder sanar, me hice de una estúpida deuda para poder sanar. 

 —Cirse… — trató de interrumpir. 

 —¡Ahora tengo un brazo roto! Porque me negué a hacer algo que te hiciera daño a ti o a tu estúpida manada. 


Todos se quedaron en silencio en la sala, Myrcella y Louis no podían creer lo que estaban oyendo. El alfa sólo sabía partes de la historia, pero jamás pensó que Adriel hubiera tenido la culpa de todo.

—Yo no sabía, perdón…

—¡Lárgate de aquí!

ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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4 comentarios:

  1. 😱😱😱😱Muy interesante e intrigante. No esperaba menos excelente trabajo 👍👍👍ya espero el otro con ansias

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  2. 😱😱😱😱Muy interesante e intrigante. No esperaba menos excelente trabajo 👍👍👍ya espero el otro con ansias

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  3. Me encanta leerte, espero con ansias el próximo capítulo 🥰

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  4. Te extrañaba con esta historia Roja excelente deberías hacerla un libro

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