Adriel vio caminar a Cirse detrás de Louis, mientras ingresaban a la sala de estar. El acto que lo molesto porque significaba protección o sumisión, pero tuvo la inteligencia de no decir nada. Ella se veía más bonita de lo que recordaba, con un vestido blanco que dejaba sus hombros y brazos totalmente descubiertos.
—Gracias por
venir — dijo Caperuza mientras se sentaba en la silla que se encontraba frente
a ellos. Por su parte, Louis inclinó la cabeza y se quedó en una esquina de la
habitación, aunque no lo decía quería cuidar a la Bruja, pero sin faltarle el
respeto al alfa de la manada. No pensaba poner en peligro a sus lobos por una
mujer.
—Soy el alfa,
Adriel. Ella es mi tía, Myrcella, y es la curandera de la manada.
—Un gusto —
respondió Louis cuando se dio cuenta de que Cirse no iba a contestar—. Yo soy
Louis el alfa de mi manada. Ella es Cirse, la bruja que nos salvó.
La tía sonrió de
manera cálida, pero con mucha preocupación. Como todos los lobos en la cabaña
había olido la sorpresa y el disgusto de la Bruja cuando Adriel los
presento.
—Cuando
llegaron tus lobos los revise y están bien— Mircella se dirigió a Louis —.
Supongo que quieres que los revise a ustedes.
—Solo a mí —
contestó Caperuza, sorprendiendo a Adriel y la tía —. Solo necesito algo para
el dolor, por una fractura.
—¿Puedo
revisarte? — preguntó tratando de no parecer nerviosa, la verdad es que no
confiaba en ningún brujo, pero como había dicho Louis, prácticamente ella los
había salvado.
—Sí — contestó
con una sonrisa, que la tranquilizó.
Con precaución se
acercó a la bruja y tomó el brazo que le extendió. Caperuza olía cítricos, aunque
había un pequeño rastro de sangre en el aire, pero no era humana.
Su brazo lucía
perfecto un segundo y su piel era suave, no parecía haber ninguna fractura, sin
embargo, cuando parpadeo pudo notar una inflamación entre el hombro y el codo,
al tocarla percibió la fractura y olió el dolor de ella.
—Parece una
fractura limpia, debe ocasionar mucho dolor. ¿No puedes curarte sola? —
preguntó y la volteo a ver, a los ojos.
Notó que veía hacia
donde estaba su sobrino, no tuvo que verificar para saber que él la veía
fijamente.
—No — dijo
amablemente y la volteo a ver —. La fractura me la hizo Joan, así que no soy
capaz de curarme, cada vez que lo hago solo dura unos segundos y se vuelve a
romper.
La tía soltó el brazo
y volvió a sentarse a lado de Adriel, no era capaz de oler la furia de su sobrino,
pero se veía en su cara.
—¿Uso
magia?
—Si y me duele
mucho, por eso quiero algo para aguantar en el dolor, hasta que descubra cómo
curarme.
—¿Por qué no dijiste
nada? — preguntó Adriel de manera pausada y sin dejar de ver a Caperuza
fijamente a los ojos. Ella hizo el gesto de que había olvidado su
presencia.
—Si hubiera
dicho algo, sólo habría iniciado una pelea y eso sólo habría traído muchas
muertes. Me gusta estar viva.
—Hay algo que
podríamos intentar, pero no sé si funcione.
—¿Qué? — la
cuestionó bruscamente Adriel. Ella se sorprendió por la actitud de su sobrino y
empezó a sospechar que había algo más entre la bruja y él.
—Para
curarte…
—No se va a
poder…
—¡Deja que
hable! Sigue— por un momento Myrcella dudo en obedecerlo, ya que vio un
destello rojo en los ojos de la Bruja, pero le hizo caso a su alfa —, por
favor.
—Los lobos
podemos curar a quien herimos, si curas tu brazo y un lobo te lo rompe, él
podría curarte.
Caperuza lo meditó unos
segundos, no creía que fuera tan sencillo pero un poco de magia y el poder de
un lobo podría funcionar. Aún tenía muchas cosas que pensar, vio a Adriel y notó
que no iba a aceptar un no por respuesta, pero ella tampoco iba a dejar que él
la curara.
—Antes de intentar
cualquier cosa, necesito comer, podría darme algo para el dolor y tras la cena
intentamos eso.
—Sí — la tía
sacó una pomada y un frasco de una pequeña bolsa que llevaba, había decidido
llevar todo lo básico —. Tomate todo esto y ponte la pomada. ¿Te ayudo?
Cirse inclinó la
cabeza y la loba se volvió a acercar, cuando le unto la pomada, todos pudieron
oler y ver el gran dolor que Caperuza sentía.
Eso pareció ser
demasiado para su sobrino, quien se levantó del lugar y fue a la cocina. Por un
momento, pensó que Cirse lo seguiría, pero se quedó con ella en la sala de
estar, a pesar de que ya la había terminado de curar.
—Muchas gracias.
—¿Por qué te lo
rompió? — la pregunta sorprendió a Cirse, no pensó que la loba se atreviera a
hacer algo más que su trabajo.
—Le debía un
trabajo y fue su manera de cobrarlo.
—¿Por qué le
debías algo? — preguntó Adriel, quién volvió en cuanto el dolor de Cirse se
hizo menos intenso.
—¡Qué te
importa!
—¡No empieces y
dime!
—¡Me dejaste
mal herida! Muy mal y no podía curarme, tuve que pedirle ayuda para poder
sanar, me hice de una estúpida deuda para poder sanar.
—Cirse… — trató
de interrumpir.
—¡Ahora tengo
un brazo roto! Porque me negué a hacer algo que te hiciera daño a ti o a tu
estúpida manada.
Todos se quedaron en
silencio en la sala, Myrcella y Louis no podían creer lo que estaban oyendo. El
alfa sólo sabía partes de la historia, pero jamás pensó que Adriel hubiera
tenido la culpa de todo.
—Yo no sabía, perdón…
—¡Lárgate de aquí!
ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
Derechos Reservados
😱😱😱😱Muy interesante e intrigante. No esperaba menos excelente trabajo 👍👍👍ya espero el otro con ansias
ResponderBorrar😱😱😱😱Muy interesante e intrigante. No esperaba menos excelente trabajo 👍👍👍ya espero el otro con ansias
ResponderBorrarMe encanta leerte, espero con ansias el próximo capítulo 🥰
ResponderBorrarTe extrañaba con esta historia Roja excelente deberías hacerla un libro
ResponderBorrar