Caperuza y el Lobo - VEINTISIETE - Zaslove, La Maldita Roja

martes, 4 de junio de 2019

Caperuza y el Lobo - VEINTISIETE




Ver a Joan Wytte no fue tan difícil como Cirse creyó, sólo había pedido una audiencia y ella la aceptó, sin ningún truco.

La bruja de la Reina Ella era poderosa para sanar y adivinar el futuro, por eso la justa y dulce Cenicienta la mantenía a su lado, sin embargo, a pesar de que su poder siempre la usaba para el bien, Joan imponía un gran respeto en vez de dulzura en los demás.

Sus ojos grises, parecían no tener ningún tipo de expresión, y ella a diferencia de la Bruja Blanca no aparentaba ser joven. Su cabello negro era rizado y lo traía agarrado en un chongo, las canas y las arrugas mostraban que ya era una mujer madura.

—Caperucita Roja eres todo un misterio aún entre las brujas— dijo Joan en cuanto vio Cirse en su gran habitación del castillo, que parecía una pequeña casa con su propia sala, un comedor y por supuesto una cama, aparte de tres puertas que daban a otros cuartos.

—Buenas días

—Siéntate— le dijo señalando una silla, junto a un gran tocador y un librero—. ¿Qué es lo que deseas?

—Tengo unas heridas, me las hizo un hombre lobo, pero hay dos que no sanan y se empezaron a infectar.

—Descúbrete, para que te revise.

Caperuza se quitó toda la ropa y vio su cuerpo en el espejo, no tenía ninguna herida, ni un moretón, ella lucía perfecta; así que retiró la magia que cubría las heridas y se sintió triste por la realidad, estaba pálida y las ojeras cubrían su rostro, aún tenía varios moretones y cortes esparcidos en el cuerpo.

—Te ves terrible— le dijo Joan sin ningún tipo de emoción en su tono de voz. La bruja la reviso con cuidado y cuando terminó le volvió a dirigir la palabra—. Las heridas de tu brazo y pierna se empezaron a infectar. ¿Por qué no fuiste con tu abuela? Está cerca de aquí— Caperuza se sorprendió, no muchas brujas sabían quién era su familia—. Soy clarividente y vives en el reino que cuido, se perfectamente quién eres.

—No tengo ganas de iniciar una pelea entre hombres lobos y mi familia— en parte era cierto, pero tampoco quería que matarán a Adriel por algo que muy probablemente era su culpa.

Joan la miró fijamente sin ningún tipo de expresión, su voz y sus ojos siempre eran neutros, y tampoco transmita alguna emoción que ella pudiera percibir con su maldición. La situación ponía nerviosa a Cirse, sin embargo, trató de actuar como si la bruja no la intimidara en lo más mínimo.

—Te puedo curar, pero tendrás que contactarme con tu tía, la Bruja Verde.

—¿Para qué?

—No necesitas saberlo.

—Sí lo necesito, si es para algo que la ponga en peligro no lo haré y sabré si me miente. Así que dígame la verdad, por favor— O al menos eso espero, parece que no tiene ningún sentimiento, pensó Caperuza.

—Necesito su don para controlar lobos— parecía verdad, aunque no estaba segura.

—Yo tengo el mismo don.

Por primera vez la bruja mostró alguna emoción y esta era de sorpresa, Cirse no necesitaba ningún tipo de truco de bruja para saber la razón. Joan pensaba en porque sí podía controlar lobo uno la había atacado, pero de inmediato llegó a la conclusión de que era porque Cirse estaba enamorada del licántropo.

—Perfecto, me servirás. Te quedarás aquí un par de días en lo que tus heridas sanan y luego me acompañaras a ver unas manadas.

—¿Para qué?

—No es nada peligroso, no tienes de qué preocuparte, le diré a alguien que te dé una habitación en el castillo.

ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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