Caperuza y el Lobo - TREINTA - Zaslove, La Maldita Roja

lunes, 10 de junio de 2019

Caperuza y el Lobo - TREINTA




—¿Qué le hiciste a mi guardia?— le preguntó Joan a Caperuza, justo cuando salía del cuarto que le habían asignado para descansar.

—Nada.

—No me mientas— le ordenó —, puedo sentir algo raro en él.

La noche anterior, después de alimentarse con la furia y el miedo de Arturo, lo había hecho dormir para que creyera que se quedó dormido, mientras ella oraba en medio del bosque. Según él, todo lo que pasó había sido un terrible sueño.

—Traté de divertirme, acostarme con él, pero estaba hechizado y me rechazó— le confesó.

—No voy a dejar que manipules a ninguno de mis guardias— respondió tajantemente la bruja y se dio la medio vuelta—. Después del desayuno, iremos a entrevistar al alfa. Él es uno de los nuevos.


De acuerdo a lo que Joan le había contado durante su desayuno, Louis había tomado el puesto de alfa tras la muerte de su padre, así que no era un completo desconocido para la bruja. Debí haberme puesto a investigar sobre Joan, en vez de ponerme a jugar con Arturo, pensó Caperuza arrepentida.

Las dos brujas y el alfa, junto a otros dos lobos, estaban sentados en la mesa del comedor de Louis. Los cinco caballeros se encontraban esperando afuera de la casa, al igual que tres lobos guerreros.  

Cirse se encontraba más nerviosa de lo que quería aceptar, tenía el presentimiento de que todos se preparaban para la batalla menos ella. Entonces captó la mirada de Joan sobre ella, era el aviso para que diera la orden.

—Louis, di la verdad — era una simple oración de cuatro palabras, pero estaban cargadas de gran poder. El alfa abrió los ojos y vio fijamente a Cirse, al sentir que desde ese momento iba a perder la voluntad sobre sus palabras, pero disimuló el disgusto y la preocupación.

—¿Desde cuando eres alfa?— preguntó Joan, mirando fijamente al lobo a los ojos.

—Hace poco más de seis meses.

—¿Eres leal a la Reina Ella?

—Sí.

—¿Sabías que Grimhilde contrató lobos para atacar a la Reina Roja?— Cirse pudo sentir los nervios de los tres lobos.

—Sí.

—¿La ayudaste?

—No

—¿Algunos de tus lobos la ayudaron?— el alfa volteó a ver a Cirse con una mezcla de odio y enojo— Responde Louis.

—Sí— aceptó después de varios segundos.

—¿No consideras eso traición?

—Por supuesto que no, es sólo un trabajo y la Reina Ella no está involucrada en esa guerra.

—De todos modos, ayudaron a otra reina, le sirvieron a otro reino. Eso es traición.

Los lobos de Adriel también fueron, pensó Cirse, mientras veía la cara de horror de Louis. La traición podía ser castigada con la muerte y de repente entendió porque la bruja quería a alguien que controlara los lobos. Enfrentarse a uno ya era difícil, hacerlo a una manada completa era un suicidio.

—Dime sus nombres— con las facciones de lobo ya al descubierto, Louis nombró a seis personas, dos mujeres y cuatro hombres—. Quiero que los reúnas en el patio.

—No, yo soy el alfa, castígame a mí— los otros dos lobos en la mesa, que habían estado alerta todo el tiempo, por fin se transformaron en animal y se pusieron en guardia.

—Cirse, ordenarles que se sienten— dijo la bruja sin voltear a ver a Caperuza y ella obedeció—. Ahora dile al alfa que mande a llamar a los traidores— nuevamente hizo lo que Joan le pedía y Louis obedeció la orden.

Los cinco caballeros reunieron a los seis lobos en una pequeña plaza que había en el centro de la aldea, sin embargo, quien los mantenía sujetos y quietos era Joan, lo cual era una proeza.

Entre más tiempo pasaba, algunos lobos de la manada se empezaron a reunir para ver que era lo que.

—Dile a tus lobos que se calmen— le dijo Joan a Louis, sin embargo, al notar que el alfa no le hacía caso continuó— o le digo a ella que lo haga.

—Calmados, no pasa nada malo— dijo Louis, parado atrás de la fila que formaban los seis lobos. Después de unos segundos de calma, Arturo se situó en el centro de toda aquella escena y les habló a los lobos que se habían reunido ahí.

—Estos lobos han sido acusados de traición, por apoyar al Reino de la Nieves en un ataque contra el Reino de las Maravillas. Así que hoy serán castigados en nombre de la Reina Ella, ya que pusieron en peligró la seguridad de nuestra gente.

Los presentes se pusieron en guardia y algunos trataron de atacar a los guardias, pero Cirse sintió como Joan formó una barrera que los separó de los lobos que habían llegado por curiosidad. La protección y los seis lobos presos, Joan está usando demasiada magia, pensó.

—Cirse— le habló la bruja— ordenarles que se calmen—. ¿Tan rápido llegó a su límite? ¿O sólo no quiere sobre esforzarse?, pensó Caperuza mientras la veía fijamente—. Ahora.

—No— respondió secamente y Joan mostró una gran incredulidad por unos segundos—. Me dijiste, explícitamente, que mi tarea era decir que los alfas te dijeran la verdad. Lo hice y me mostré bondadosa, porque también les ordené a unos lobos  que se sentaran y a Louis que te dijera unos nombres, pero la caridad se acabó. Así que ya es tu problema.

—También te mataran a ti.

—Sólo tengo que ordenarles que no me maten a mí— dijo burlonamente Cirse—. Tú mejor que nadie sabe que las brujas no hacemos nada gratis. ¿Qué me vas a dar a cambio?

—Yo te ofrezco oro o protección— interrumpió el alfa, con toda la calma que pudo.

—¡Cállate lobo!— gritó Arturo, acercándose a ella— ¡Maldita bruja!

—Protección me parece bien— dijo Caperuza y Louis saltó para protegerla del guardia— Arturo eres un miedoso, mejor evítate una vergüenza.

—Igual de tramposa que tu madre— interrumpió Joan—. Está bien tú ganas, no más órdenes a estos los lobos, pero aún faltan tres alfas.

—Louis puedes por favor calmar a tus lobos— el alfa le hizo caso, aunque esta vez no usó su don—. Creo que el perdón o un castigo leve sería lo correcto para estos seis lobos.

—Estoy de acuerdo— dijo Joan y se oyó un crujido que dejó en silencio a todos, la bruja rompió los huesos de los brazos de los seis lobos—. Todos los traidores deben ser castigados.

Malditas brujas buenas, con ellas todo es blanco o negro, pensó furiosa Caperuza.

ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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