Caperuza y el Lobo - TREINTA Y TRES - Zaslove, La Maldita Roja

domingo, 23 de junio de 2019

Caperuza y el Lobo - TREINTA Y TRES




Esta es la última aldea, aquí debe estar Adriel, pensó Caperuza, mientras se acercaban a un pequeño conjunto de casas en medio del bosque. Había pasado días terribles visitando las otras manadas de lobos, Joan había roto demasiados brazos y no es que a ella le molestara la crueldad, pero si le enojaba que la disfrazara de bondad.

Louis le había hecho compañía todo el viaje y la había cubierto cuando le envió el mensaje a su tía Aradia. Era un lobo muy atractivo, en su forma animal era un poco más grande que Adriel y tenía el pelaje de un hermoso gris con blanco, aparte unos ojos negros como los de ella. En su forma humana, Louis era incluso más guapo, su cabello negro y revuelto le daban un aspecto rebelde, y su piel aceitunada lo hacían extremadamente atrayente.

El lobo era amable todo el tiempo y de vez en cuando le regalaba sonrisas, que la hacían sentir culpable por haberlo obligado a traicionar a sus compañeros.

—Joan no parece de tu agrado. ¿Por qué accediste a trabajar para ella?— le había preguntado en una ocasión Louis, mientras descansaban en medio del bosque.

—Estaba muy herida y ella me curó a cambio de hacer esto. La necesidad siempre nos juega en contra.

—¿Qué fue lo que te hirió?

—Un hombre lobo.

—Tú nos puedes controlar…

—Sí, pero yo confiaba en él. Nunca pensé que me podría atacar.

No solo me causó heridas, ahora por su culpa varias personas saben de mi existencia. Para curarme, tuve que aceptar este estúpido trato y ahora todos esos hombres lobos, los guardias y quien sabe cuántos más, han visto mi rostro. Ya no podré esconderme y vivir como me gusta. Él pudo regresar a curarme, pero no lo hizo. No le importo y yo mandé a mi tía cuidarlo, pensó Caperuza con frustración.

Cuando estuvieron más cerca del conjunto de casas, tres lobos se acercaron a ellos y los interceptaron. Cirse fue capaz de sentir su hostilidad y enojo, desde el caballo que iba y supuso que Louis también lo pudo oler, porque se puso en guardia a lado de ella. El lobo siempre iba en su forma animal cuando viajaban.

—Venimos en busca de su alfa, somos caballeros del reino y ella es Joan Wytte, bruja y consejera de la Reina Ella— dijo uno de los guardias.

Los tres lobos se dieron la vuelta sin decir nada y los guiaron a un salón enorme, con sólo una larga mesa en el centro, rodeada de sillas. Los caballeros y las dos brujas descabalgaron y entraron, mientras que Louis prefirió quedarse en su forma de lobo y se acomodó detrás de Caperuza.

—Hay alguien aquí— le dijo el lobo a Cirse y ella asintió con la cabeza. Es mi tía, pensó sabiendo que Louis la escucharía.

Joan también debió sentir la presencia de alguna otra bruja, porque con su magia cerró la puerta para que nadie más pudiera entrar y levantó una protección alrededor del salón, todo sin un atisbo de preocupación.

—Sal bruja— ordenó Joan y la Bruja Verde salió de una de las esquinas, luciendo un hermoso vestido verde olivo, con un escote delantero hasta la cintura, y su hermoso cabello negro ondulado, totalmente suelto.

Cirse sintió como Louis se tensaba a su lado, pero con una mirada lo tranquilizó. Los caballeros se levantaron y sacaron sus espadas, sin embargo, Joan y ella se quedaron en sus asientos.

—Joan. ¿Cuánto tiempo, amiga?— dijo mientras en la sala aparecían miles de avispas, que le habrían paso mientras se acercaban.

—Supongo que vienes por tu sobrina.

—Supones bien. Así que hagamos un trato.

—¿Qué te hace creer que necesito hacer un trato contigo?

Uno de los caballeros alcanzó a Aradia, ninguna avispa logro tocarlo a pesar de que trataron y en cuanto llegó a la bruja verde, soltó una estocada que hizo un ligero corte en el brazo, cortando la larga manga de su vestido. Cirse supo de inmediato que Joan sólo quería dar una muestra de lo que era capaz de hacer.

—Espada hechizadas y ellos están modificados con magia— declaró la Bruja Verde, después de congelar al caballero con un toque—. Muy inteligente. Sin embargo, somos dos brujas y un lobo contra cinco simples mortales y tú. Aparte de que afuera hay toda una manada de lobos, que Cirse y yo podamos controlar. ¿No prefieres un trato?— preguntó y se puso al otro lado de la mesa, frente a Joan.

—No entiendo que estás haciendo aquí Bruja Verde, estás muy lejos del Reino de Blancanieves— contestó Joan acomodándose en la silla— y lejos de tu amiga Grimhilde. Tu sobrina está aquí por propia voluntad, hicimos un trato y ella está cumpliendo un trato que hizo conmigo. ¿No es así Cirse?

—Sí— confirmó Caperuza.

—Yo no niego eso, pero te estoy haciendo un favor Joan…

—Las conozco a todas ustedes, son tramposas. No hacen favores.

—Cirse— continuó Aradia ignorando las palabras de Joan— se irá conmigo al Reino de la Nieves, para pelear del lado de Grimhilde y tú has usado sus servicios, eso te hace traidora. ¿No crees?

—Creo que debemos romperte los brazos— dijo Cirse de manera burlona—, para perdonar tu traición.

Por primera vez Joan dejó ver abiertamente alguna emoción en su rostro, estaba enojada y llena de furia. La Bruja Verde y Caperuza se habían burlado de ella, varias partes del salón empezaron a arder.

ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
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