Esta es la última
aldea, aquí debe estar Adriel, pensó Caperuza, mientras se acercaban a un pequeño conjunto de casas en medio
del bosque. Había pasado días terribles visitando las otras manadas de lobos,
Joan había roto demasiados brazos y no es que a ella le molestara la crueldad,
pero si le enojaba que la disfrazara de bondad.
Louis le había hecho
compañía todo el viaje y la había cubierto cuando le envió el mensaje a su tía
Aradia. Era un lobo muy atractivo, en su forma animal era un poco más grande
que Adriel y tenía el pelaje de un hermoso gris con blanco, aparte unos ojos
negros como los de ella. En su forma humana, Louis era incluso más guapo, su
cabello negro y revuelto le daban un aspecto rebelde, y su piel aceitunada lo
hacían extremadamente atrayente.
El lobo era amable
todo el tiempo y de vez en cuando le regalaba sonrisas, que la hacían sentir
culpable por haberlo obligado a traicionar a sus compañeros.
—Joan no parece de tu
agrado. ¿Por qué accediste a trabajar para ella?— le había preguntado en una
ocasión Louis, mientras descansaban en medio del bosque.
—Estaba muy herida y
ella me curó a cambio de hacer esto. La necesidad siempre nos juega en contra.
—¿Qué fue lo que te
hirió?
—Un hombre lobo.
—Tú nos puedes
controlar…
—Sí, pero yo confiaba
en él. Nunca pensé que me podría atacar.
No solo me causó
heridas, ahora por su culpa varias personas saben de mi existencia. Para
curarme, tuve que aceptar este estúpido trato y ahora todos esos hombres lobos,
los guardias y quien sabe cuántos más, han visto mi rostro. Ya no podré esconderme
y vivir como me gusta. Él pudo regresar a curarme, pero no lo hizo. No le
importo y yo mandé a mi tía cuidarlo, pensó Caperuza con frustración.
Cuando estuvieron más
cerca del conjunto de casas, tres lobos se acercaron a ellos y los interceptaron.
Cirse fue capaz de sentir su hostilidad y enojo, desde el caballo que iba y
supuso que Louis también lo pudo oler, porque se puso en guardia a lado de
ella. El lobo siempre iba en su forma animal cuando viajaban.
—Venimos en busca de
su alfa, somos caballeros del reino y ella es Joan Wytte, bruja y consejera de la
Reina Ella— dijo uno de los guardias.
Los tres lobos se
dieron la vuelta sin decir nada y los guiaron a un salón enorme, con sólo una
larga mesa en el centro, rodeada de sillas. Los caballeros y las dos brujas
descabalgaron y entraron, mientras que Louis prefirió quedarse en su forma de
lobo y se acomodó detrás de Caperuza.
—Hay alguien aquí— le
dijo el lobo a Cirse y ella asintió con la cabeza. Es mi tía, pensó
sabiendo que Louis la escucharía.
Joan también debió
sentir la presencia de alguna otra bruja, porque con su magia cerró la puerta
para que nadie más pudiera entrar y levantó una protección alrededor del salón,
todo sin un atisbo de preocupación.
—Sal bruja— ordenó
Joan y la Bruja Verde salió de una de las esquinas, luciendo un hermoso vestido
verde olivo, con un escote delantero hasta la cintura, y su hermoso cabello
negro ondulado, totalmente suelto.
Cirse sintió como
Louis se tensaba a su lado, pero con una mirada lo tranquilizó. Los caballeros
se levantaron y sacaron sus espadas, sin embargo, Joan y ella se quedaron en
sus asientos.
—Joan. ¿Cuánto tiempo,
amiga?— dijo mientras en la sala aparecían miles de avispas, que le habrían paso
mientras se acercaban.
—Supongo que vienes
por tu sobrina.
—Supones bien. Así
que hagamos un trato.
—¿Qué te hace creer
que necesito hacer un trato contigo?
Uno de los caballeros
alcanzó a Aradia, ninguna avispa logro tocarlo a pesar de que trataron y en
cuanto llegó a la bruja verde, soltó una estocada que hizo un ligero corte en
el brazo, cortando la larga manga de su vestido. Cirse supo de inmediato que
Joan sólo quería dar una muestra de lo que era capaz de hacer.
—Espada hechizadas y
ellos están modificados con magia— declaró la Bruja Verde, después de congelar
al caballero con un toque—. Muy inteligente. Sin embargo, somos dos brujas y un
lobo contra cinco simples mortales y tú. Aparte de que afuera hay toda una
manada de lobos, que Cirse y yo podamos controlar. ¿No prefieres un trato?—
preguntó y se puso al otro lado de la mesa, frente a Joan.
—No entiendo que
estás haciendo aquí Bruja Verde, estás muy lejos del Reino de Blancanieves—
contestó Joan acomodándose en la silla— y lejos de tu amiga Grimhilde. Tu
sobrina está aquí por propia voluntad, hicimos un trato y ella está cumpliendo
un trato que hizo conmigo. ¿No es así Cirse?
—Sí— confirmó
Caperuza.
—Yo no niego eso,
pero te estoy haciendo un favor Joan…
—Las conozco a todas
ustedes, son tramposas. No hacen favores.
—Cirse— continuó
Aradia ignorando las palabras de Joan— se irá conmigo al Reino de la Nieves,
para pelear del lado de Grimhilde y tú has usado sus servicios, eso te hace
traidora. ¿No crees?
—Creo que debemos
romperte los brazos— dijo Cirse de manera burlona—, para perdonar tu traición.
Por primera vez Joan
dejó ver abiertamente alguna emoción en su rostro, estaba enojada y llena de
furia. La Bruja Verde y Caperuza se habían burlado de ella, varias partes del
salón empezaron a arder.
ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
Derechos Reservados
Se extrañan los capítulos
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