—Esto es ridículo
—¿Por qué? Todas
ustedes dan todo por amor.
—Por eso— respondió
la Bruja Verde, volteando a ver a su sirviente, Nim, quien era un joven que por una maldición se
convertía en serpiente cada noche. Era unos años menor que su sobrina, de cara pálida y ojerosa, y un cabello que parecía tener todos los diferentes tonos de café—. Cirse debería saber que el amor sólo trae
desgracias.
Un pueblo
del Reino de las Maravillas le regaló a Nim, cuando este tenía sólo cuatro años. El pequeño estaba en un estado deplorable, con marcas de tortura, sucio y visiblemente famélico. Sin embargo, todo eso era cosa del pasado, la Bruja Verde se había encargado de destruir a todas las personas de ese lugar y había convertido a Nim en su hijo, más que su sirviente.
—De todos modos, no
entiendo que quiere Cirse que hagas.
—Proteger a los
lobos.
Hace varios días
Cirse le había mandado un mensaje a través de un espíritu del bosque, le pedía
ayuda para proteger a Adriel y su manada de Joan Wytte, que al parecer quería
un castigo para los traidores, y que a su vez tenía a su sobrina trabajando
para ella. La Bruja Verde estaba enojada con Caperuza por ponerse en peligro,
pero aun así la iba a ayudar.
No conocía en persona
a la bruja de Ella, pero tenía una reputación ambigua como todas las brujas que
se hacían llamar buenas. ¿Qué tan buena puedes ser si no tienes compasión?,
se preguntó Aradia.
Tras varios minutos
de meditar que hacer, simplemente decidió entrar a la aldea y esperar al alfa,
con Nim a su lado. No pasó mucho tiempo cuando una multitud de lobos la rodeo y
se pusieron en guardia para atacar.
—Tranquilos— ordenó y
todos se calmaron inmediatamente. En eso apareció Adriel, aunque no lo conocía
en persona supo que era él—. Adriel.
—No le hagas eso a
mis lobos.
—¿Qué? Decirles que
se calmen, también puedo hacerlos enfurecer. En guardia. O hacer que te maten—
dijo y todos los lobos voltearon a ver a Adriel, listos para atacar.
—Basta.
—Son libres— dijo y
todos la voltearon a ver enfurecidos, pero no hicieron nada—. Tenemos que
hablar.
—¿Quién eres?
—Es la Bruja Verde—
respondió una mujer que tomó del brazo de Adriel y se pegó a él, provocando que
Nim hiciera un sonido de incredulidad a su lado—, fue la que nos indicó a quien
atacar en el Reino de las Maravillas.
—Gracias Mar… — de
repente a Adriel se le dificulto respirar y cientos de avispas aparecieron de
la nada.
—¿Qué te pasa
Adriel?— pregunto Mar tratando de darle consuelo— ¿Qué le estás haciendo?
—¡Quietos!— dijo
Aradia y se acercó al lobo que estaba de rodillas en el suelo, con su pie lo aventó
para que terminara de caer y le enterró su zapato en una pierna— Eres igual de
bastardo que todos. No mereces que te ayude, ni a ti, ni a tú estúpida manada.
Debería matarlos a todos, en vez de protegerlos de Joan…
—Ar— le habló Nim—,
basta.
Las palabras de Nim calmaron
a la Bruja Verde, quien estaba empezando a perder el control y liberó a todos
de su hechizo. Varios la miraron con enojo y otros con miedo, pero nadie se
atrevió a acercarse a ella.
—Bien, vamos a
hablar. Joan no tardará mucho en llegar y necesitamos hacer algo para que no
lastime a ninguno de ustedes. ¿Cuál es tu casa Adriel?
ZAZLOVE, LA MALDITA ROJA
Derechos Reservados
Neta, me dejas picada cada día con el siguiente capítulo porque quiero seguir y seguir leyendo:(
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