Encuentro - Zaslove, La Maldita Roja

sábado, 25 de mayo de 2019

Encuentro




Es como cuando te encabronas, por un segundo te imaginas estrellar tu puño en la cara de otro, aventarlo a las vías del tren o hacerlo llorar hasta que sus ojos exploten. Es algo así, pero más íntimo, es algo que hace explotar tu entrepierna en un segundo.

Él la ve al otro lado del bar escogiendo una mesa. No pudo ver bien sus facciones, ni su modo caminar, mucho menos si iba acompañada. Solo vio su escote, aquel pedazo de piel que quedaba al descubierto entre sus pechos y el inicio de cada uno de ellos; para después vislumbrar sus ojos verdes, que lo miraban.

No tardó ni medio segundo en recorrer el camino de sus senos hasta sus ojos, pero fue el tiempo suficiente para imaginarla sobre el lavamanos del baño, para pensarla con la blusa y la falta en la cintura; para sentir la textura de sus pezones en su boca, sus uñas clavadas en su espalda y oír su voz gimiendo por más.

Un segundo y él ya la sentía vibrando su pene, su entrepierna deseando por explotar el interior de aquella mujer al otro lado del bar.

Ella captó la mirada hambrienta de él desde el otro lado del bar, unos ojos prometiendo que no saldría del lugar siendo la misma que entró. No vio que tan alto era, ni siquiera vio cómo iba vestido. Sólo captó esa mirada fija en sus senos y la barba que decoraba su rostro.

Sintió su deseo mientras su mirada recorría su cuello, su boca, hasta llegar a sus ojos y justo eso encendió su propio deseo.

Requirió menos de un segundo para necesitar esa barba raspando el interior de sus muslos, mientras su lengua exploraba la parte más íntima de su cuerpo; para querer sentir sus manos despojándola de su ropa; para querer tomar su pene y guiarlo a su interior, mientras le mordía su cuello.

Un segundo y ella ya lo sentía en su interior, mientras su cuerpo se contrae de placer.

Es como cuando te encabronas, pero algo más íntimo, algo que te hace levantarte de tu asiento y correr al baño, deseando que la persona al otro lado del bar haga lo mismo.

ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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