Esa noche Adriel besó todo el cuerpo de Cirse y disfrutó de cada parte
de ella, hasta que ambos se quedaron dormidos.
Cuando despertó encontró a Caperuza desayunando, sin importar que ya
fuera más del mediodía, mientras barajaba unas cartas de tarot. En cuanto lo
vio, ella le sonrió y se levantó para servirle una bebida, estaba relajada y
radiante. El efecto de una buena noche de
sexo, pensó.
—Es café, me lo mandaron desde el otro lado del mundo. ¿Lo has probado?—
le preguntó ella, al tiempo que ponía una taza en la mesa— Ya siéntate.
El Lobo se sentó, tal y como ella le ordenó, no sabía porque, pero estar
a su alrededor era relajante y divertido. Tal vez porque realmente no se
conocían y no tenían nada que ocultar o pretender.
—Sí, tengo unos amigos que trafican. ¿Qué haces?
—Estoy preguntando por ti— Adriel de inmediato se tensó y ella se rió—.
Tengo que hacer un trabajo y estoy preguntado por lo que tengo hacer.
—¿Qué trabajo?
—La Reina Roja quiere un hijo, porque no quiere morir y que su trono quede
en manos de su hermana, así que desea un heredero.
Adriel pensó en la información que le acababa de dar, si la Reina Roja
la buscaba era una bruja muy poderosa, más de lo que mostraba y no era una
buena persona.
Aunque ninguno de los dos viva bajo su mando, en todos los reinos se
hablaba sobre la crueldad y el horror que causaba Roja, si Caperuza la quería
ayudar era igual que la tirana.
—¿Ella te buscó?
—¡No! Buscó a mí aquelarre, pero tomé el caso. Quiero hacer un poco de
trampa y darle un hijo de buen corazón, así se podría cambiar un poco el
destino de su gente y la paga es buena.
—Espero que lo logres.
—Sí, pero al parecer tengo que sacrificar a tres niños inocentes y no me
gusta meterme con los infantes. Así que estoy buscando otra opción.
A él tampoco le gustaba matar niños, jamás lo había hecho, al final
ellos eran inocentes y no soportaba que nadie los hiciera sufrir, ni siquiera
por un bien mayor. Un grito lo sacó de sus pensamientos, Caperuza estaba
emocionada.
—¡Me traes suerte!— dijo mientras le enseñaba tres cartas: el corazón,
la doncella y el caballero— Tengo que sacrificar dos amantes, que se profesen
un amor puro.
—¿Alicia y el Sombrerero?
—No tienen que vivir en el reino de Roja, aparte Alicia no es pura y
menos el amor que le tiene al Sombrerero, el Gato la corrompió. Creo que es
mejor buscar una pareja menos conocida, para que yo no me meta en problemas.
Prefiero no morir en la hoguera.
—¿Blancanieves y el Príncipe Azul?— Cirse hizo una mueca— Aunque dicen
que en realidad todo el numerito de la madrastra fue orquestado por el propio
príncipe y la madrastra, para gobernar desde la sombras con la linda cara de
Blancanieves.
—¿En serio?— preguntó sorprendida— De todos modos por mi propio bien
escogeré una pareja poco conocida y que realmente se ame.
—Son pocas las persona que aman realmente.
—¿Tienes el corazón roto? ¿Alguien enamoró al Lobo y luego lo dejó?
Puedo ayudarte a olvidar— por un momento Adriel pensó que se refería a un apoyo
romántico, pero ella aclaró que se trataba de un hechizo.
—No, estoy bien.
Ambos se quedaron un rato más en la mesa, aunque ya no había café en
ninguna taza, Adriel platico que era un lobo alfa y solitario, aunque todavía
mantenía contacto con su antigua manada. Por ahora, era leñador en el pueblo
más cercano al Bosque Encantado, aunque a veces hacía trabajos especiales para
otros.
Tras un rato el Lobo se dispuso a irse, aún tenía que llegar a trabajar
y pagar las horas que había perdido esa mañana.
—¿Cuándo saldrás por la pareja?
—En cuanto dejes mi casa, me preparo y me voy.
—¿Quieres que te acompañe?
—No te preocupes, soy una niña grande y fuerte, puedo cuidarme sola— el
Lobo sonrió, le gustaban las respuestas de Cirse.
—¿Puedo venir a verte otro día?
—Cuando quieras— le dijo Caperuza, mientras pegaba su cuerpo al de él—, solo ten
en cuenta de que a veces no estoy. De vez en cuando me pierdo en el bosque para
tener sexo con un hombre lobo.
Adriel sonrió y la besó con pasión, para después alejarse en su forma de
lobo, dejando atrás la manta con la que se había tapado.
Zaslove, La Maldita Roja
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