Años después, mientras Cirse se
lavaba la sangre del Lobo de su cuerpo y curaba sus propias heridas, recordaría
la noche de su primer encuentro sexual con Adriel como una advertencia que decidió ignorar.
Cuando se metió a bañar, después de tener sexo con el Lobo, notó que tenía unas garras marcadas en su trasero. le causó gran sorpresa que, a pesar de la larga caminata que hizo desde el Bosque Encantado hasta su hogar, no había sentido ningún tipo de dolor.
Tras bañarse en la gran tina de
su hogar, Caperuza inspeccionó sus heridas y se puso un poco de miel en ellas,
no eran muy profundas ni grandes, por lo que sospecho que Adriel sólo había
transformado sus manos o sus dedos.
Justo esa era la advertencia que
Cirse no tomó en cuenta, las heridas que el Lobo le provocó no le dolían y eso
era muy peligroso, pero ella sólo lo tomó como una extraña casualidad.
La siguiente noche llegó tarde al
bosque, Adriel ya la esperaba sentado pacientemente, Cirse se preguntó si llevaba
mucho ahí, ya que se veía cansado.
—Pensé que no vendrías— le
reclamó.
Caperuza se encogió de hombros y
sin la mayor precaución se sentó a lado de él, aunque lo suficientemente lejos
para que sus cuerpos no se tocarán.
Antes de verla, Adriel logró
captar su olor a lo lejos y pensó en lo que había pasado el día anterior, sus
manos tenían un poco de sangre cuando todo terminó, por lo que sospechó que su
parte lobo había tomado por un momento total control sobre él y aunque él también
tenía arañazos en la espalda, estaba seguro que Cirse había sangrado más. Si la
pequeña bruja no hubiera llegado ese día, no la habría culpado.
—Lo sé— respondió ella y él notó
que había un aroma de hombre en Caperuza.
—¿Estabas con alguien más?—
preguntó ofendido, ellos habían tenido una buena noche, a pesar de las heridas,
para que ella simplemente saltará a otra cama— ¿Ya le dijiste que tuviste el
mejor sexo con un hombre lobo?
—¿Qué te hace pensar que has sido
el mejor?— preguntó divertida— Aparte me lastimaste y ahora me duele caminar—
mintió.
Él se avergonzó, no por el hecho
de lastimar a alguien, si no que no lo había hecho a propósito y ella sólo le
había traído algo que comer.
—Lo siento…
—Te disculpo, si me enseñas cómo
te transformas, al menos la mano.
Sin responder, Adriel levantó su
brazo y lo transformó en la garra de un lobo, Caperuza se sintió emocionada y
se volteó totalmente a él, jamás había visto una transformación de cerca.
Tomó la garra entre sus manos y
empezó a recorrerla con terrible curiosidad que incomodaba a Adriel, pero no se
movió ni un centímetro. Después de unos minutos la soltó y levantó su propia
mano, para sorpresa de él, Cirse la convirtió en una garra igual a la suya.
—¿Cómo lo hiciste?
—Tú transformación es otro tipo
de magia— dijo con una gran sonrisa en el rostro— sólo la imite, aunque no sé
si pueda lograr algo más y no tengo tu fuerza u otras habilidades.
Sin decir nada más, la bruja
devolvió su brazo a la normalidad, se levantó y en un parpadeo apareció un
joven detrás de ella. Adriel se puso rápidamente en guardia, pero se dio cuenta
de que el hombre era como un muñeco flotante y totalmente dormido.
—Tu cena.
Zaslove, La Maldita Roja
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