La vida, para algunos, es una increíble espiral
de mierda, con el que se embarran una y otra vez, en una caída sin fin. Caen y caen,
sin detenerse y no hacen nada por detener su caída; lo que sí hacen y, a veces
disfrutan, es arrastrar otros. Entonces en vez de ser sólo una persona la que
termina con cada cavidad y cada poro de su piel cubierto de mierda, ya son dos;
sin embargo, hay veces que la víctima logra salir,
limpiarse y seguir con su vida.
Esa no es el caso de la señorita Ge, que no sólo se
esforzó por arrastrar a todos lo que pudo a su espiral de mierda, disfrutaba
revolcarse en ella.
Todo empezó cuando nació y sus padres la llamaron
Ge, de gorda y estúpida, aunque ya nadie lo mencionaba debido a que mordía a
quien se atreviera a llamarla así, hasta hacerlo sangrar.
La
primera en sufrir de su ira fue su mamá; cuando aún la amamanta se le ocurrió
decirle la razón de su nombre, la bebé no sólo entendió las palabras, también
se vengó y le arrancó un pezón, mientras la alimentaba.
Las siguientes víctimas de sus propias palabras,
fueron tres niños incautos que creyeron que llamarla “G, la niña gorda y
estúpida” iba a ser divertido. No lo fue. Ge, mordió los dedos de uno y los
escupió en la caja de arena, al otro le rompió el tabique de su nariz con sólo
sus dientes, mientras que el último tuvo que aprender a vivir con las
cicatrices de mordidas que llenaron uno de sus brazos.
Con el tiempo la señorita Ge, creció y se casó, con
un pobre obrero que más que su esposo, parecía su prisionero. El triste hombre,
había sido vilmente embaucado por la cruel mujer.
De joven
había acudido a una fiesta con toda la intención de divertirse. Sin embargo, la
entonces adolescente Ge, había aprovechado su estado de ebriedad, para tener
relaciones sexuales con él y embarazarse, imaginariamente.
Los tradicionales padres del pobre obrero lo habían
obligado a casarse con la señorita Ge. Pero, ella sabía que un bebé que sólo
existía en su imaginación no lo iba a retener por mucho tiempo; así que, con un
engaño más, logró que se casaran por bienes mancomunados y lo ató con miles de
deudas, para luego “perder” a un bebé que nunca existió.
La furia de la señorita Ge y su peculiar forma de
arrastrar a todos a la mierda, la llevó a trabajar como jefa en un banco, una
empresa que todo lo que quería era tener ganancias, sin importar cómo. Así que,
Ge se dedicaba a hacer encargos urgentes en los últimos diez minutos de cada
turno, a rechazar reportes sin haberlos leído y “traspapelar” los papeles de
permisos y de vacaciones. Aunque todo eso, a veces le traía problemas con sus
propios jefes y no podía disfrutar de una vida fuera del banco.
Todo le iba “bien” en su cabeza y vida llena de
mierda, hasta que al banco entró la joven Efe, una persona que había logrado
salir de su propia espiral y, aunque no le tenía miedo a ensuciarse,
definitivamente no disfrutaba la mierda como la señorita Ge.
Efe —de estupenda, fabulosa y especial—, sufrió
durante un tiempo de las crueldades y juegos enfermos de la señorita Ge; sin
embargo, ella a diferencia de sus compañeros de trabajo, no tenía nada de
abnegada y de una otra forma la enfrentaba; sin embargo, cuando su jefa
“perdió” el permiso de sus vacaciones, supo que era momento de ponerla en su
lugar.
La joven Efe, sabía lo envidiosa, glotona y
avorazada que podía ser la señorita Ge, así que, no le fue difícil idear un
plan que la hiciera sufrir. Todo comenzó una mañana cuando la joven comenzó a
hablar, en los pasillos del banco, sobre una deliciosa comida exótica que su
novio le había mandado desde el extranjero y que iba a probar durante su hora
de almuerzo; siempre asegurándose, de que su jefa escuchará.
Lo que resto de la mañana, cada vez que la señorita
Ge pasaba por su lugar, ella movía la boca, como si estuviera comiendo algo. No
tuvo que hacerlo más de tres veces, para que su jefa la regañara y con la
excusa de un mal comportamiento, revisará sus cajones y se llevará un
recipiente lleno de gusanos.
La señorita Ge, no volvió a verse en los pasillos
del banco, por lo que, antes de su hora de comida, la joven Efe fue a buscarla
a su oficina y la descubrió abriendo el recipiente que le había quitado.
— Buenos días, señorita Ge, quería saber si me
podía devolver mi comida, es que es un regalo de mi novio, por favor.
— ¡No! Tú faltaste al respeto a esta empresa y
ahora está comida es mía —gritó mientras abría el recipiente y Efe pudo ver su
rostro de sorpresa al notar lo que contenía su interior.
— ¡Por favor! Es lo único que traje de comer
señorita Ge —suplicó—, aparte es un regalo especial, de mi novio —vio que su
jefa dudaba, así que agregó—. Es del lugar que al que nos íbamos a ir de
vacaciones juntos.
— ¡Dije que no! —vociferó, antes de meterse tres
gusanos a la boca.
Por un momento Efe, pensó que la señorita Ge
escupiría los gusanos, por lo que se puso a llorar, mientras suplicaba, que al
menos le dejara probar uno. Claro, que las lágrimas de la joven eran falsas,
igual que sus ganas de probar un gusano, pero sabía que su jefa no pararía sólo
por verla “sufrir”, aunque eso implicara que ella también la pasaría mal.
Cuando la señorita Ge por fin terminó de engullir
cada uno de los gusanos, le llegó un dolor terrible de estómago, que no la
dejaba respirar correctamente. Fue en ese justo momento que la joven Efe, se
limpió las falsas lágrimas y se sentó en la silla que había frente al
escritorio.
— ¿Qué me has dado de comer? —preguntó entre jadeos
la señorita.
— ¿Yo? Yo nada.
La joven Efe empezó a buscar entre los papeles del
escritorio y encontró su permiso de vacaciones.
— Pensé que no encontraba mis papeles de
vacaciones.
— No te mereces salir de vacaciones. ¡Eres una inútil!
—todo en la señorita Ge sugería que estaba sufriendo de un gran dolor.
— Ah —artículo Efe, sin ningún tipo de emoción.
De repente la señorita Ge empezó a gritar y
maldecir, aunque sus palabras no eran del todo comprensibles. Fue entonces
cuando la joven vio como los gusanos empezaron a salir de su estómago,
atravesando la piel de su abultado abdomen; al igual que unos palillos
atravesando una gelatina.
— Qué asco —murmuró Efe, mientras tapaba su nariz y
boca con una de sus manos.
— ¡Cállate! ¡Te voy a arrancar esa estúpida sonrisa
de tu cara!
— Sí. ¿Eso será después de que los jefes la
despidan o antes? —confesó— Les prometí, que la haría pagar todas sus maldades,
ellos lo creyeron imposible, pero lo logré y ahora su puesto será el mío.
La señorita Ge, vio con un inmenso odio a la joven
Efe, que sólo le sonrió y se levantó de la silla; antes de que los gusanos que
abandonan el cuerpo de su ex jefa, se arrastrarán hasta ella. Antes de darse la
media vuelta y salir de ese horrible lugar, notó que la señorita Ge hacía
grandes esfuerzos, que de nada servían, para llegar hasta ella arrastrándose
entre los gusanos que salían de su estómago y empezaban a subirse por todo su
cuerpo; así que, le sonrió y le dijo:
— Con permiso, señorita Ge, de gorda y estúpida —y
se fue.
Nadie
supo qué pasó con la señorita Ge, sólo que su oficina tuvo que ser fumigada y
estuvo clausurada durante meses.
Zaslove, La Maldita Roja
Código de registro: 1904120630781
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