Señorita Ge, de gorda y estúpida - Zaslove, La Maldita Roja

lunes, 29 de abril de 2019

Señorita Ge, de gorda y estúpida



La vida, para algunos, es una increíble espiral de mierda, con el que se embarran una y otra vez, en una caída sin fin. Caen y caen, sin detenerse y no hacen nada por detener su caída; lo que sí hacen y, a veces disfrutan, es arrastrar otros. Entonces en vez de ser sólo una persona la que termina con cada cavidad y cada poro de su piel cubierto de mierda, ya son dos; sin embargo, hay veces que la víctima logra salir, limpiarse y seguir con su vida.


Esa no es el caso de la señorita Ge, que no sólo se esforzó por arrastrar a todos lo que pudo a su espiral de mierda, disfrutaba revolcarse en ella.

Todo empezó cuando nació y sus padres la llamaron Ge, de gorda y estúpida, aunque ya nadie lo mencionaba debido a que mordía a quien se atreviera a llamarla así, hasta hacerlo sangrar.


La primera en sufrir de su ira fue su mamá; cuando aún la amamanta se le ocurrió decirle la razón de su nombre, la bebé no sólo entendió las palabras, también se vengó y le arrancó un pezón, mientras la alimentaba.


Las siguientes víctimas de sus propias palabras, fueron tres niños incautos que creyeron que llamarla “G, la niña gorda y estúpida” iba a ser divertido. No lo fue. Ge, mordió los dedos de uno y los escupió en la caja de arena, al otro le rompió el tabique de su nariz con sólo sus dientes, mientras que el último tuvo que aprender a vivir con las cicatrices de mordidas que llenaron uno de sus brazos.

Con el tiempo la señorita Ge, creció y se casó, con un pobre obrero que más que su esposo, parecía su prisionero. El triste hombre, había sido vilmente embaucado por la cruel mujer.


De joven había acudido a una fiesta con toda la intención de divertirse. Sin embargo, la entonces adolescente Ge, había aprovechado su estado de ebriedad, para tener relaciones sexuales con él y embarazarse, imaginariamente.


Los tradicionales padres del pobre obrero lo habían obligado a casarse con la señorita Ge. Pero, ella sabía que un bebé que sólo existía en su imaginación no lo iba a retener por mucho tiempo; así que, con un engaño más, logró que se casaran por bienes mancomunados y lo ató con miles de deudas, para luego “perder” a un bebé que nunca existió.

La furia de la señorita Ge y su peculiar forma de arrastrar a todos a la mierda, la llevó a trabajar como jefa en un banco, una empresa que todo lo que quería era tener ganancias, sin importar cómo. Así que, Ge se dedicaba a hacer encargos urgentes en los últimos diez minutos de cada turno, a rechazar reportes sin haberlos leído y “traspapelar” los papeles de permisos y de vacaciones. Aunque todo eso, a veces le traía problemas con sus propios jefes y no podía disfrutar de una vida fuera del banco.

Todo le iba “bien” en su cabeza y vida llena de mierda, hasta que al banco entró la joven Efe, una persona que había logrado salir de su propia espiral y, aunque no le tenía miedo a ensuciarse, definitivamente no disfrutaba la mierda como la señorita Ge.

Efe —de estupenda, fabulosa y especial—, sufrió durante un tiempo de las crueldades y juegos enfermos de la señorita Ge; sin embargo, ella a diferencia de sus compañeros de trabajo, no tenía nada de abnegada y de una otra forma la enfrentaba; sin embargo, cuando su jefa “perdió” el permiso de sus vacaciones, supo que era momento de ponerla en su lugar.

La joven Efe, sabía lo envidiosa, glotona y avorazada que podía ser la señorita Ge, así que, no le fue difícil idear un plan que la hiciera sufrir. Todo comenzó una mañana cuando la joven comenzó a hablar, en los pasillos del banco, sobre una deliciosa comida exótica que su novio le había mandado desde el extranjero y que iba a probar durante su hora de almuerzo; siempre asegurándose, de que su jefa escuchará.

Lo que resto de la mañana, cada vez que la señorita Ge pasaba por su lugar, ella movía la boca, como si estuviera comiendo algo. No tuvo que hacerlo más de tres veces, para que su jefa la regañara y con la excusa de un mal comportamiento, revisará sus cajones y se llevará un recipiente lleno de gusanos.

La señorita Ge, no volvió a verse en los pasillos del banco, por lo que, antes de su hora de comida, la joven Efe fue a buscarla a su oficina y la descubrió abriendo el recipiente que le había quitado.



— Buenos días, señorita Ge, quería saber si me podía devolver mi comida, es que es un regalo de mi novio, por favor.



— ¡No! Tú faltaste al respeto a esta empresa y ahora está comida es mía —gritó mientras abría el recipiente y Efe pudo ver su rostro de sorpresa al notar lo que contenía su interior. 



— ¡Por favor! Es lo único que traje de comer señorita Ge —suplicó—, aparte es un regalo especial, de mi novio —vio que su jefa dudaba, así que agregó—. Es del lugar que al que nos íbamos a ir de vacaciones juntos.



— ¡Dije que no! —vociferó, antes de meterse tres gusanos a la boca.

Por un momento Efe, pensó que la señorita Ge escupiría los gusanos, por lo que se puso a llorar, mientras suplicaba, que al menos le dejara probar uno. Claro, que las lágrimas de la joven eran falsas, igual que sus ganas de probar un gusano, pero sabía que su jefa no pararía sólo por verla “sufrir”, aunque eso implicara que ella también la pasaría mal.

Cuando la señorita Ge por fin terminó de engullir cada uno de los gusanos, le llegó un dolor terrible de estómago, que no la dejaba respirar correctamente. Fue en ese justo momento que la joven Efe, se limpió las falsas lágrimas y se sentó en la silla que había frente al escritorio.

— ¿Qué me has dado de comer? —preguntó entre jadeos la señorita.



— ¿Yo? Yo nada.

La joven Efe empezó a buscar entre los papeles del escritorio y encontró su permiso de vacaciones.

— Pensé que no encontraba mis papeles de vacaciones.



— No te mereces salir de vacaciones. ¡Eres una inútil! —todo en la señorita Ge sugería que estaba sufriendo de un gran dolor.
— Ah —artículo Efe, sin ningún tipo de emoción.

De repente la señorita Ge empezó a gritar y maldecir, aunque sus palabras no eran del todo comprensibles. Fue entonces cuando la joven vio como los gusanos empezaron a salir de su estómago, atravesando la piel de su abultado abdomen; al igual que unos palillos atravesando una gelatina.

— Qué asco —murmuró Efe, mientras tapaba su nariz y boca con una de sus manos.



— ¡Cállate! ¡Te voy a arrancar esa estúpida sonrisa de tu cara!



— Sí. ¿Eso será después de que los jefes la despidan o antes? —confesó— Les prometí, que la haría pagar todas sus maldades, ellos lo creyeron imposible, pero lo logré y ahora su puesto será el mío.

La señorita Ge, vio con un inmenso odio a la joven Efe, que sólo le sonrió y se levantó de la silla; antes de que los gusanos que abandonan el cuerpo de su ex jefa, se arrastrarán hasta ella. Antes de darse la media vuelta y salir de ese horrible lugar, notó que la señorita Ge hacía grandes esfuerzos, que de nada servían, para llegar hasta ella arrastrándose entre los gusanos que salían de su estómago y empezaban a subirse por todo su cuerpo; así que, le sonrió y le dijo:

— Con permiso, señorita Ge, de gorda y estúpida —y se fue.


Nadie supo qué pasó con la señorita Ge, sólo que su oficina tuvo que ser fumigada y estuvo clausurada durante meses.

Zaslove, La Maldita Roja

Código de registro: 1904120630781

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