Hola, amor:
Antes de empezar, quiero
decirte que esta es la primera y última carta que te escribo. Aunque debo
confesarte, que hace unos días empecé a escribirte otra, sin embargo, al
enterarme de tu traición no pude terminarla. Es triste, porque esa iba a ser la
primera carta de amor que iba a hacer y ahora me tendré que conformar con esta…
No te negaré que me
lastimaste y heriste mis sentimientos, yo te amo y tú me traicionaste y todo
este tiempo me he preguntado la razón. ¿Qué hice mal? ¿Me lo merecía? Sin
embargo, no importa a quien le pregunte nadie sabe la respuesta. Así que me
pasó repasando lo que paso esa noche, una y otra vez.
Te fuiste de fiesta y no
pude acompañarte por un problema familiar; entonces tú te dedicaste a beber y
beber, sin detenerte, y te pusiste borracha. Tomaste tanto que en un punto de
la noche vomitaste tus zapatos, te caíste en la taza del baño y te quedaste
tirada en los lavabos, hasta que alguien fue por ti.
Esa noche yo no te pedí que
no fueras. Sentí que no era justo que, por un problema mío, te quedaras sin
divertirte.
No me sorprendió el estado
en el que me dijeron que te vieron, te conocía; pero al día siguiente que me
llegaron fotos tuyas, no sólo besándote con otro, sino dejando que te metiera su
mano entre tu ropa, sin ningún tipo de pudor o cuidado en la entrada de los
baños y con un extraño charco de color marrón a un lado. Bueno, eso sí me sacó
de onda…
Mi duda no es la razón
detrás de tu infidelidad, esa es más que obvia, tú no me quieres. Pero, dime,
¿siempre haces lo mismo? ¿Te pones ebria y vas besando chicos, con sabor a
vasca? Porque de saberlo, hubiera vomitado todo tu veneno y te hubiera dado un
beso como los que te gustan.
Como sea, cariño, tú sabes
como soy, no me puedo quedar con la duda y pensé que existía la posibilidad de
que sólo fuera cosa de una sola vez. Sin embargo, me equivoque… el chico que
conociste el fin de semana pasado, cuando me escribías mensajes de: “te amo”,
“te extraño”, “perdóname”, “fue cosa de una sola vez”.
Ese chico al que besaste
después de una plática de tres frases es mi amigo y yo fui muy estúpido al
darte el beneficio de la duda. Pero amor, debiste usar condón.
Verás, el chico que se
acercó a ti con cerveza en mano y te dijo tenías una bonita sonrisa, se trata
de un amigo. Al parecer, no le fue difícil “conquistarte” con un par de
palabras bonitas y la promesa de más alcohol. Sinceramente, fue demasiado fácil.
Él siempre lleva condones,
pero tu quisiste hacerlo sin protección, para sentir más —fácil y estúpida,
diría mi madre—. Se la mamaste, sin mayor cuidado, ni esfuerzo; luego te
acomodaste para que te cogiera y en cuanto él terminó contigo, y salió del baño
sin decir nada más, me volviste a mandar mensajes de “te amo” y “te extraño”;
mientras él me llamaba para decirme, que sí, que meterse contigo era más fácil
que respirar.
¿Cuánto tiempo lo conociste?
Diez minutos, creo que fue mucho menos, antes de recargarte en la pared sucia
de un baño, para darle acceso a todo tu cuerpo y contagiarte de SIDA.
Justo ahora, no sé si estar
enojado contigo, por ser tan puta; preocupado, de que no te cuides; o
agradecido, de que nunca más te volveré a ver. Supongo que todo se procesa con
el tiempo y terminaré olvidando todo el dolor que me causaste, en cambio tú jamás
te recuperarás de esto.
Con el cariño del corazón
que se pudrió en tus manos, Ge.
Zaslove, La Maldita Roja
Código de registro: 1904120630781
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