El Lobo conoció a Caperuza el día que ella trató de
cazarlo sin ningún éxito, él aún no sabía si ella fracasó a propósito o
simplemente en ese momento no había tenido la habilidad de hacerlo.
No fue amor a primera vista, ni existió ningún tipo
de atracción física, al menos no de su parte, todo lo que ella le causó fue
curiosidad y risa. Ella, con su muy vistosa capa roja, trató de cazarlo con un
ridículo plan que obviamente no iba funcionar, aunque debía aceptarlo era muy
creativo.
La primera vez que la vio, Caperuza estaba colgada
de cabeza de la rama de un árbol del Bosque Encantado, así que el Lobo se
acercó movido por la curiosidad y el hambre, cuando la capa roja rozó sus
orejas, ella simplemente se dejó caer sobre él, mientras gritaba “muere”.
Sin embargo, él fue demasiado rápido y se quitó,
provocando que ella cayera directo sobre la tierra, lo que desencadenó un
ataque de risa de la joven y que terminó por contagiar al Lobo, quien a pesar
de no reírse disfruto de la escena.
—¡No me mates, por favor!— decía la Caperuza entre
risas— Prometo traerte otra víctima si me dejas vivir.
—Que sean dos y tenemos un trato— aceptó mientras
se convertía en humano.
Caperuza dejó de reír y se levantó en un segundo,
mientras daba un grito sobrehumano, el Lobo la había asustado.
—¡Eres un hombre lobo!
Él no podía creer que la persona que trató de
cazarlo no se hubiera dado cuento de que era y peor aún que hubiera tratado de
negociar con él pensando que era un ser sin pensamientos.
Pasado el susto, ella se acercó a él y tomó una de
sus manos entre las suyas, provocándole una gran incomodidad.
—¿Puedes transformar sólo tu mano?
—No— dijo alejando su mano bruscamente—, ¿me darás
a mis dos víctimas o me tendré que conformar contigo?
—Para tu información soy el mejor bocadillo que
podrías probar, pero sí, te daré tus dos víctimas y podría darte más si me
dejas conocer más sobre cómo te transformas— dijo de forma tan altanera, pero
infantil, que el Lobo quiso molestarla.
—Puedo cazar solo y no luces tan apetitosa.
Ella sonrió y él sintió un piquete en todo su
cuerpo, como un calambre, inmediatamente descubrió que no podía moverse. Era
una bruja y lo había inmovilizado, antes de intentar liberarse, el Lobo sintió
las manos de la Caperuza en su cara y lo besó.
Él se sorprendió, pero sólo fue un momento, ya que
su parte animal reaccionó al beso y lo continuó. Cuando por fin se separaron,
el Lobo la tenía de espaldas contra un árbol y con sus manos en su cintura, no
sintió cuando Caperuza lo liberó de su magia.
—Te lo dije soy un delicioso bocadillo— dijo ella
mientras ponía distancia entre los dos— en cambio tú luces un poco lamentable
ahí desnudo.
El Lobo se vio, su desnudez era completamente
normal para él, sobre todo cuando salía a cazar, ni siquiera la erección de su
pene le parecía fuera de lugar.
—Te traeré una de tus comidas esta noche. ¿Cuándo
quieres la próxima?
—Mañana.
—Perfecto, te veo aquí a medianoche— dijo mientras
se empezaba a alejar—. Por cierto, soy Cirse.
—Adriel
Hoy, mientras tomaba la decisión de si asesinar a
Cirse o dejarse matar por ella, Adriel pensaba en que el día que se conocieron
ambos se condenaron sin siquiera saberlo.
Zaslove, La Maldita Roja
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