—Hazlo— ordenó la bruja, mirando las patas del lobo— termina
con esto.
La bruja estaba totalmente consciente de la presencia de su
lobo y de todo lo que él sentía. Sin poder verlo de frente, sabía que estaba
agazapado listo para atacar, a pesar de las heridas que ella le había
provocado; escuchó que su respiración se había vuelto profunda y lenta, porque
estaba reuniendo la fuerza que le quedaba para poder atacarla; sin embargo, él
dudaba y ella lo noto por el ligero temblor de sus patas. Sí, ella era incapaz
de verlo de frente, pero eso no era un impedimento, para estar consiente sobre
cada mínimo detalle de él.
Cerró los ojos y se concentró, con un poco de energía, pudo
verse a través de los ojos del lobo. Se veía realmente patética; con la cabeza
agachada, la sangre escurriendo por sus brazos y la postura de alguien que sabe
que todo está perdido.
—¡No hagas eso!— gruñó el lobo, sacando a la bruja de sus
ojos.
El lobo la odio un poco más por lo que acababa de hacer,
odiaba que usara su magia en él, porque aunque en ese instante la bruja se
viera como una presa fácil; él solo podía pensar en ella como alguien a quién
tenía que cuidar, a pesar de todo el daño que ella le había provocado.
En cuanto el lobo retomó el control de sus ojos, la bruja
cayó de fauces, pero antes de que tocara el suelo, él logró alcanzarla y
transformándose en hombre la sostuvo. Sin embargo, había sido un movimiento de
puro instinto, ni siquiera lo pensó en lo que hizo, hasta que sintió una
descarga eléctrica que provenía de ella. Todo había sido un engaño, para poder
lastimarlo. El salió volando unos metros y en cuanto su cuerpo tocó el suelo se
transformó nuevamente en lobo. La bruja cayó al suelo.
—Me ibas a atacar mientras caía. ¿Acaso tu crueldad no tiene
límites?— dijo ella, mientras se ponía de rodillas, aunque sabía que eso no era
verdad.
En vez de responder, él gruño de forma salvaje y empezó a
acercarse lentamente, esta vez con cautela. Al sentir que se acercaba, la bruja
levantó la mirada al cielo, dejando su cuello totalmente descubierto. Estaba
cansada de sus peleas interminables, de no poder permanecer a su lado, pero
tampoco lejos de él.
—Termina ya, mátame. Con esa intención te acercaste a mí.
¿No?
—¿Por qué no me ves de frente?— preguntó el lobo sin detener
su camino hacia ella.
—Porque me duele— admitió y el lobo se detuvo.
Zaslove, La Maldita Roja
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