Un nuevo lugar de trabajo / Adiós - Zaslove, La Maldita Roja

domingo, 8 de octubre de 2017

Un nuevo lugar de trabajo / Adiós

Desde el temblor mi vida, que poco a poco comenzaba a poner en orden, se volvió a descontrolar. No he podido retomar el ritmo con el que estaba viviendo antes y no porque viva en pánico, simplemente debido a la zona en la que vivo y trabajo, que me obligaron a poner en pausa mi vida durante dos semanas; y  también a que hubo un evento que fracturó mi corazón (en forma poética y ridícula).




Un nuevo lugar de trabajo


Cuando tembló yo esperaba el camión para irme a mi casa, después de salir del trabajo,  recuerdo que mi primera intención fue regresar al edificio donde laboraba, ya que estaba nerviosa y pensé en rodearme de gente que conocía. PERO, cuando iba a empezar a caminar al edificio, que era visible desde donde yo estaba, ¡PUM! sonó el transformador que está justo en contraesquina, como si hubiera explotado y decidí que lo mejor era irme de ahí.


Ese día yo no pude regresar a mi casa, me quedé con unos familiares, así que contacté con mi jefe para decirle que me era imposible ir a trabajar al día siguiente; él contestó que no regresaríamos a el edificio, hasta que las autoridades lo revisaran, pero teníamos laborar desde casa. Por lo que durante dos semanas trabaje desde casa, situación que tuvo sus pros y contras.


Me parece que revisaron el edificio durante la primera semana y media, resultó que había daños estructurales graves y que no se podía volver al lugar, por el momento. Así que se tomó la decisión de buscar nuevas oficinas, para instalarnos en lo que el lugar volvía a ser “habitable”; sin embargo, ahora dicen que definitivamente no volveremos. El viernes de la segunda semana, nos avisaron que ya habían conseguido nuevas oficinas y serían provisionales, en lo que consiguen algo más adecuado.


Es un edificio coqueto, innovador, con gente muy “listilla”y exageradamente amigable, es un coworking; el sitio no me desagrada (como a algunos compañeros), ni me agrada. Sin embargo, queda a dos malditas horas de mi casa, y odio eso; pero he decidido quedarme en ese trabajo, por lo menos hasta enero, debido a que me brindan unas facilidades que quiero aprovechar. Aparte, como sólo estoy de medio tiempo, cuando salgo no me toca tanto tránsito. Así que después de mi primera semana de trabajo, después del temblor, estoy adaptandome a mi nuevo lugar de trabajo.


Adiós


Con el temblor descubrí muchas cosas, como lo vulnerable que es la gente y lo rápido que puedes perder a alguien que es importante en tu vida; dos situaciones que atemorizan, pero también te enseñan a valorar y disfrutar lo que tienes. Personalmente, también me di cuenta de que hay personas que siguen siendo parte de mí; aunque yo para ellas ya no figuró. Fue un golpe duro para mi corazón.


Ahí estaba yo el día del temblor, angustiada por una persona, porque no lograba saber cómo estaba y no sabía si era correcto tratar de contactarla, ya que en teoría él ya no formaba parte de mi vida. Entonces mi dilema era: Ok, lo contactas y le preguntas cómo está: te puede contestar o no, si no lo hace te va a doler y no sabrás si no lo hizo porque no quiso o porque algo ocurrió. En cambio, si te contesta te podrá decir: si estoy bien o no algo pasó. En caso de que te diga que sí, será el final de tu angustia, pero si te dice que no ¿qué harás? No eras capaz ni de llegar a tu casa, cómo vas a ayudarlo y eso puede ser algo que lo afecte más a él.


Al final decidí contactarlo y resultó que gracias a Dios, al universo, a la vida, él y todas las personas que son importantes para en su vida estaban bien. Porque mi preocupación no sólo era la vida de él, sino de la gente que ama, porque si a alguien de su entorno le pasaba algo, él quedaría destrozado. Sin embargo, repito todo estaba bien, gracias a Dios. El alivio que sentí fue enorme, sentí que podía volver a respirar, pero luego vino una sensación agridulce: yo ya no figuraba en su vida, él no contacto para saber mi estado, ni preguntó por mí, cuando yo me comuniqué con él. Fue un golpe duro.

Entre más pasaban los días y la situación del temblor “tranquilizaba” un poco; fui tomado más y más conciencia de lo que había pasado con esa persona. Duele (mucho), pero pienso que esa acción, fue el mejor y más sincero adiós, que pudo haberme dicho.

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