Tú la ves y le sonríes, pero estás tan acostumbrado a ella que no sientes la sonrisa y te acercas para darle un beso, uno sin sabor, porque ya conoces perfectamente sus labios.
Te relajas y le preguntas cómo está, qué hizo durante el día; pero tu mente está en otro lado. Cuando termina le cuentas sobre el tu día, automáticamente escoges lo que le dirás y lo que ocultaras; hace mucho que no eres capaz de ser completamente sincero con ella, aunque no tengas nada que ocultar. De repente aparece una tercera persona en escena, aquella por la que decidieron unir sus vidas. Esa personita que los dos aman con locura y a la que culpan por permanecer juntos.
Te sientas lejos de ella, para revisar tu celular, no es que tengas planeado escribirle a otra, o ver las fotos de alguna chica; pero estás acostumbrado a ocultar todos tus movimientos, a ser cuidadoso. Pero ella se acerca y se acomoda a tu lado, se mete bajo tu brazo y te dice, “te amo”. Tú besas su cabeza y le dices “yo también”, sin alejar tu mirada el celular. Después de unos segundos te acomodas de forma que puedas apartarla de tu abrazo y tomas tu celular con las dos manos. Notas que se enojo contigo por el “ash" que suelta, antes de pararse bruscamente e irse a otro lado de la casa.
Al llegar la noche, ella se va a dormir antes que tú. Te desea buenas noches, con un beso y tú le contestas con un “te amo”. No mientes, al menos no crees hacerlo, de alguna forma lo haces. Ella es parte de tu vida y no te imaginas sin ella, es la persona que te espera todos los días, sería extraño que de repente no estuviera. Aparte, sin ella no existiría la persona que más amas en tu vida. ¿Pero, realmente amas a ella? Ella se va con una sonrisa a dormir.
La alcanzas un par de horas después, la ves dormir, tan tranquila y bonita; repasas su relación, has sido un verdadero imbécil con ella y lo sabes. Ella te dio todo lo que tenía y más, y tú te has encargado de romperle la vida una y otra vez.
La conociste cuando aún era una niña; tú no eras un adulto, pero sí lo suficientemente mayor para que no romper tus límites, como rompiste los de ella. Le hiciste creer que todo lo que hacían era por los dos, aunque en el fondo siempre supiste que todo lo que hacían era por ti, para alimentar tu corazón. Al final lograste aislarla de todos, para que fuera sólo tuya y nada se interpusiera entre los dos. Entonces, ¿por qué no eres feliz? te preguntas, si obtuviste lo que quisiste.
La ves por última vez antes de acostarse a su lado; pero en vez de dormir besas sus hombros y metes tus manos debajo de su ropa. Buscas su amor, le das consuelo. Ella se despierta y con una sonrisa te acepta. Recorres su cuerpo con tus manos y dejas que ella recorra el tuyo con su boca. Entras en su interior y terminas de amarla. Ella se acurruca entre tus brazos y le das un último beso en la cabeza, antes de que vuelva a quedarse dormida.
Con cuidado liberas tu brazo y te levantas, sales a la sala a fumar un cigarro, siempre fumas después del sexo. Entonces te acuerdas de mí, no me gusta que fumes. Revisas tu celular, no hay ningún mensaje nuevo, lo dejas un lado y te justificas: sí ella no es feliz, tampoco nosotros.
Zaslove, La Maldita Roja
Código de registro: 1708023219223
Es mi vida lo que esta escrito.
ResponderBorrarGracias por leer, es una situación difícil.
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