Me pase, pensó nerviosa Caperuza mientras veía como la cara de Adriel adquiría
las facciones de Lobo.
—Me quedo, pero yo tampoco quiero que te vayas— le dijo mientras ponía
una mano en el pecho de él—. Volvamos a la cama y platicamos, por favor.
El Lobo no respondió, pero se dejó guiar por la pequeña bruja hasta su
cama, donde se recostó sin decir ni una sola palabra, su enojo era casi
palpable.
—Me voy a acomodar así— dijo Cirse mientras se subía a horcajadas en
él—, para que no vuelvas a huir.
En respuesta solo recibió un gruñido, sin embargo, el Lobo la tomó por
la cintura y la acomodó, mientras que ella tomó una de sus manos y la entrelazo
con la suya.
—Siempre me he cuidado sola, estoy acostumbrada, así que no se me hizo
relevante contarte lo de la pelea. Aparte tú parecías saber más que yo, es
decir, yo no sabia lo de la aventura de la madrastra y el esposo de
Blancanieves, así que por obviedad pensé que estabas enterado de la guerra
secreta entre Grimhilde y la Reina Roja.
<<De lo que no estaba enterada era sobre la presencia de Bruja
Verde, aunque es un poco obvio, porque siempre ha sido muy amiga de Grimhilde—
Cirse notó que el Lobo seguía tenso—. Me sorprendió lo de Blancanieves, aunque
ya sé la historia completa— siguió mientras se recostaba sobre Adriel y
utilizaba su pecho de almohada.>>
<<Al parecer Grimhilde y el ahora rey azul. ¿Cómo se llama? Ah, sí
Jan,siempre estuvieron enamorados pero las personas no aceptarían un matrimonio
entre ellos, por la diferencia de edad y porque Grim no es del agrado del
pueblo, así que casó a su hijastra con el amor de su vida para poder tenerlo cerca.
Qué triste, ¿no? Para los tres, dos amantes que no pueden estar juntos y
Blancanieves casada eternamente con alguien que no la ama.>>
Adriel le empezó a acariciar el cabello y Caperuza aprovechó ese momento
de debilidad para darle un beso lento.
—Ya no te enojes.
—Entonces no me vuelvas a ocultar nada— ella pensó las cosas un momento,
le causaba un poco de molestia esa petición—, por favor.
—Tú y yo realmente...
El Lobo debió asustarse de lo que planeaba decir ella, porque se dio la
vuelta y quedo arriba de Caperuza, a quien empezó a besar tiernamente y meter
su mano bajo el vestido de ella.
—No hay que complicarnos— le dijo mientras la besaba en el cuello.
Por eso te iba a decir que tú y yo no somos realmente nada, así no
puedes pedirme nada pensó Cirse, pero no mencionó nada, al parecer ambos estaban de
acuerdo. Él bajó hasta las piernas del Caperuza y se metió entre ellas. Ojalá
me quisiera distraer más seguido.
La pequeña bruja disfrutó de cada caricia, cada lenguetazo y mirada
hambrienta que le ofrecía el Lobo, hasta que su mente estalló.
Adriel terminó de quitarle la ropa y se desvistió él mismo, entró en
ella lentamente y sin dejar a mirarla a los ojos. Observó cada gesto que él
provocaba en Caperuza y se deleitó con el placer que sus ojos reflejaban, hasta
que llegaron al clímax juntos.
Cirse estuvo varios días más en el hogar del Lobo y jamás volvieron a
hablar de la guerra que había, ni tocaron el tema sobre el tipo de relación
tenían. En general, ella lo había pasado bien, menos un día que Yul llegó poco
antes de que Adriel regresara de trabajar.
—¿Cuánto tiempo te vas quedar?— le preguntó Yul amablemente, aunque
Cirse notó una ligera tensión en su rostro.
—No lo sé, hasta qué Adriel me corra.
—Sabes que no lo va a hacer.
—Deberías decirle que lo haga.
—Yo no me puedo meter.
—Pero quieres, ¿no es así?
Yul no tuvo tiempo de contestar porque el Lobo llegó, ese día los tres
habían bebido hidromiel y se convirtió en la única noche en que Adriel y Cirse
no durmieron juntos, debido a que ambos amigos se quedaron despiertos toda la
noche. Tres días después de esa pequeña reunión, Caperuza supo que era el
momento de regresar a su hogar.
—Tengo que trabajar, hacer una que otra brujería y conseguir dinero.
—No quiero que te vayas, tú casa está muy lejos.
A la mañana siguiente Cirse tomó su capa y se cubrió con ella, para
salir a la misma hora que Adriel salía a trabajar. Ambos caminaron juntos hasta
el Bosque Encantado y se separaron después de despedirse durante una hora, él
le dijo que iría ir a verla en dos días.
Caperuza caminó tratando de no pensar en su extraña relación con el
Lobo, no quería complicarse la vida y menos con un hombre que era mitad animal,
sin embargo, los pensamientos volvían una y otra vez a su cabeza, hasta que
llegó a su hogar y notó la presencia de alguien más.
La Bruja Verde estaba sentada en su mesa, tomando una infusión y leyendo
un libro de hechizos, exactamente con el que Cirse se había ayudado para poder
embarazar a la Reina Roja.
—¡Sobrina! Pensé que nunca llegarías, llevó dos días aquí.
Tal vez a esto se refería Adriel con ocultarle cosas, se dijo y fue a darle un abrazo a su
tía.
ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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Cada día aun mejor excelente trabajo, me encanta! Gracias! ❤
ResponderBorrar¡Muchas gracias!
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