Caperuza y el Lobo - DOCE - Zaslove, La Maldita Roja

domingo, 12 de mayo de 2019

Caperuza y el Lobo - DOCE




A diferencia de lo que la gente creía la Bruja Verde, no era horrible, ni le tenía miedo al agua. Su nombre era Aradia y era de verdad hermosa, su cuerpo era exuberante y bien proporcionado, sus labios rojos combinaban con sus ojos del mismo color, los cuales estaban rodeado de unas largas pestañas.

El único parecido entre la Caperuza y su tía era el largo cabello negro y las pecas que adornaban su rostro, pero mientras Aradia era pura sensualidad, Cirse transmitía un aura de inocencia.

Sin embargo, el mote de Bruja Verde lo tenía bien ganado, ya que en ella corría una maldición y cada vez que se enojaba se ponía de ese color.

—¿En dónde has estado?— Caperuza no supo qué responder— Estuviste con un hombre.

Cirse soltó a su tía y dejó su capa, mientras su tía le servía una taza de té. Las dos se sentaron en la mesa y la Bruja Verde se le quedó viendo fijamente, esperando una respuesta.

—Más o menos, un hombre lobo.

—Estás enamorada— Cirse no tuvo que responder, su tía había hecho una declaración y no tenía sentido mentirle. Ella misma había tratado de negarlo, pero al final lo aceptó el mismo día que decidió volver a su hogar.

Inmediatamente la Bruja Verde sacó dos frascos de su bolsa, ambos contenían un líquido y restos de hierbas, uno era de color rojo y otro negro.

—Primero tómate este— dijo acercándole el rojo—, por el trabajo que hiciste para la Reina Roja, no puedes quedar embarazada.

—No estoy embarazada.

—Más vale prevenir y este es para que dejes de sentir cualquier cosa por él. No puedes enamorarte. Ve lo que el amor le hizo a tu abuela, a tu mamá y a mí. Ningún hombre es de confianza, no importa que sea un lobo.

Cirse se tomó el contenido del primer frasco, pero solo se le quedo viendo el segundo y escuchó un suspiro de su tía. Cuando la volteo ver noto que estaba triste y preocupada por ella, eso la hizo sentir culpable, pero no quería dejar de sentir el amor que le tenía al Lobo, al menos no  por ahora.

En su familia nadie tenía mucha suerte en el amor, pero su tía tenía la peor historia. Aradia se había enamorado de un simple aldeano y fue correspondida, así que dejó todo para dedicarse a él y crear un hogar feliz en Oz, lejos del aquelarre.

La felicidad de Aradia duró varios años y era tan inmensa que en un momento le dio su corazón a su amado, sin pensar en las terribles consecuencias que le implicaría esa decisión.

Al final él la había traicionado con otra mujer y el corazón de Aradia, que alguna vez brilló por el gran amor que sintió, se pudrió en las manos de ese hombre. Por ello, cuando la bruja perdía el control de sus emociones su piel se tornaba verde.

—Quédate con la poción, tal vez sientas que ahora no la necesitas, pero créeme en un futuro la vas a necesitar. ¿Él ya sabe sobre tu poder?

Cirse tardó un momento en adivinar de lo que su tía hablaba, si bien era cierto que físicamente no se parecían tanto, sus poderes eran muy similares y ella había heredado el don de controlar lobos como Aradia.

—No— dijo avergonzada—, él y yo no estamos saliendo realmente. Era solo sexo, aparte nunca lo he usado en él.

—Si él lo descubre te va a odiar.

—Bueno, pero si él no me ama, entonces no hay problema.

—Cirse, pequeña, piensa bien las cosas o todo te va a salir mal…—Aradia se quedó callada, pero Caperuza supo que le faltó decir como a mí.

La Bruja Verde nunca le dijo a su sobrina lo preocupada que estaba por ella, no quería verla sufrir por un hombre tal y como ella lo había hecho. Deseaba más que nada poder evitarle ese terrible dolor, sin embargo, esa noche supo que Cirse estaba irremediablemente enamorada.

—¡Ya me voy! Grimhilde debe estar como loca esperando mi regreso— se despidió Aradia—, tome un poco de tu mandrágora. Por cierto, por ahora no te metas a favor de la Reina Roja, lo que menos quiero es matar a mi sobrina por accidente, de por si tu abuela no está feliz conmigo.

—¿De verdad vas a pelear?

—Sí o tal vez no. Pusiste un buen corazón para el bebé de la Roja, ¿verdad?

—Sí.

—Bien, de verdad ya no te metas, a menos de que sea para pelear a mi lado.

—Por cierto, unos brujos de tu amiga trataron de llevarme, para que la ayudará. Los maté.

—Hablaré con ella, pero me gustaría que la conocieras, para que nadie se meta contigo.

—No, prefiero seguir en el anonimato.

Esa era una cualidad que Cirse no compartía con su familia, todas gozaban de una gran fama por ser brujas poderosas, pero ella prefería no estar en el foco de atención, prefería trabajar en el silencio.

Aradia se despidió de su sobrina con gran pesar, pero tenía que irse, no podía quedarse y dejar que Grimhilde hiciera algo estúpido. Así que le deseo toda la suerte, la bendijo y se fue, esperando poder volver a verla pronto.

ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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