Caperuza fue a la cocina y se sirvió una infusión, llevaba días tomando
té de lavanda y otras hierbas, para mantener la calma y que le dejara de doler
todo lo que sentía ella y el Lobo. Sin embargo, mientras más tiempo pasaban
menos funcionaban.
—Ya sabes que mi abuela mató a Hansel y Gretel— le dijo a Adriel, que se
había quedado en la entrada de la cocina—. ¿Sabes por qué?
Él entró y se sentó, lo más cerca que pudo de Cirse, pero ella se cambió
de asiento y se alejó lo más que pudo.
—No, no lo sé. ¿Puedes dejar de alejarte de mí?— preguntó acercándose
nuevamente a Cirse. Esta vez ella no se movió, el té le hizo efecto
rápidamente.
—Los familiares que tienen las hadas y brujas se mantienen en secreto,
tan solo imagina que todos los humanos y cazadores supieran que Maléfica es
madre de la Hada Madrina, es demasiado poder para una familia.
—¿Son familia?
—No. De alguna manera, Hansel y Gretel descubrieron que la Bruja del
Bosque tenía nietos viviendo en varios reinos, nos cazaron y algunos murieron—
todos en la familia de Cirse sabían que quien les dijo a los cazadores, la ubicación de
sus primos y hermano, fue la reina con la que estaba el exesposo de su tía
Aradia—. Yo confié en ti y tú le dijiste al Lobo más estúpido, y yo no sé si él
se lo dijo a alguien más.
—Te juro que no se lo dijo a nadie más— se apresuró a contestar el Lobo,
mientras la tomaba del brazo.
—¡No me toques!— exclamó y se levantó. Adriel cansado de la situación la
tomó por la cintura y la acercó totalmente a él.
—¡Basta! Entiende que eres mía y no me puedes mantener alejado de ti.
Cirse lo vio a los ojos, él estaba realmente enojado y su respiración
era pesada. Pensó en aventarlo y gritar que no era suya, pero desde que él
había llegado a la puerta de su casa el dolor de su cuerpo había desaparecido.
—Mata a Yul— le dijo viéndolo fijamente a los ojos.
—No puedo— respondió sorprendido, mientras daba un paso atrás, sin
soltarla.
—Entonces vete— ella no lo decía en serio, pero Adriel no lo supo.
Caperuza no sabía si podía confiar nuevamente en él, pero no iba a dejar que
Yul se fuera limpio de todo este conflicto.
No podremos volver a estar juntos, pero tampoco volverás a estar en paz
con ese estúpido lobo, pensó ella mientras esperaba alguna reacción de Adriel, sin embargo,
el sólo se quedó parado viéndola fijamente a los ojos.
—Tú podrías hacerlo, si quisieras lo hubieras matado el día que te
enfrentó.
—Y eso me hubiera alejado más de ti.
—No me pidas eso…
—¿Cómo vas a asegurarte de que él no ponga en peligro a mi familia?— sin
quererlo empezó a llorar, hablar de la muerte de su familia le dolía más que nada.
—Yo me haré cargo, lo juro— sin darle un beso, ni volver a tratar de
acercarse a Cirse, Adriel salió de la casa y se fue.
Caperuza lo siguió con la mirada, hasta que se perdió entre los árboles
y minutos después empezó a sentir un terrible dolor en todo el cuerpo. Ya no
podía soportarlo más, así que desesperada buscó entre sus cosas el frasco que
la Bruja Verde le había dejado, para no sentir nada por el Lobo.
Lo vio fijamente durante un rato, sin atreverse a tomar su contenido,
tal vez aún había esperanza para los dos. Ellos de verdad se amaban o eso
quería creer, así que guardó nuevamente el frasco y decidió esperar un par de
días para ver el actuar del Lobo.
Pero, la esperanza es el demonio que acaba con cualquier alma, pensó y se fue a recostar.
ZASLOVE, LA MALDITA ROJA
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