Tuve una mala entrevista, tal vez no fue la peor, pero sí debe estar en el top. Fue en una empresa, dónde trabaja un amigo, él me había pasado el dato de que buscaban gente y me comentó, que si escogía el turno de la madrugada me pagarían más. Sin embargo, el sueldo era muy bajo, así que me sentía poco entusiasmada, aparte de triste porque empecé a sentir que era mi única opción. Cómo sea, me pasó el anuncio que estaba en una página de empleos, Indeed; así que marqué el número que estaba ahí e hice una cita para el día siguiente.
Para empezar con las cosas malas yo iba desvelada, la noche anterior fue una de esas en las que no podía dejar de pensar, sobre un montón de cosas. Entre ellas, que ese empleo era realmente una mala opción, pero al parecer era la única que tenía. Aún así llegué temprano, pero con un horrible dolor de cabeza. Ya ahí, había otras dos personas que también iban a entrevista de trabajo y espere durante unos 40 minutos a que fuera mi turno.
Cuando por fin pase la chica de recursos humanos me pidió una disculpa pero la tardanza y enseguida me explicó de qué iba el trabajo, el horario, el sueldo y las presentaciones. El trabajo era sobre mi carrera; el horario era de tres de la mañana a diez, de lunes a viernes, y un sábado o domingo de cinco de la mañana a 10; había prestaciones y el sueldo era de 3 mil 900 pesos mexicanos, con dos bonos de 400 pesos cada uno, al mes.
Que el trabajo fuera de mi carrera y tuviera prestaciones era genial; pero el sueldo, por trabajar seis días a la semana, de madrugada, se me hacía un tremendo abuso. Aparte de que siento que con un empleo así se le quita valor a mi trabajo y mi esfuerzo, similar a humillarme.
Al terminar de explicarme, me vio un rato y me dijo que no me veía muy entusiasmada, yo di una excusa, pero pensé ¿quién se entusiasmara con un empleo así? Luego pasé a hacer un examen de conocimientos generales, siendo sincera había cosas que no sabía, pero en general fue fácil. Terminé, se lo entregué y me dijo que de quedarme me llamaría al día siguiente. No me llamó.
Estuve triste un par de días, sintiéndome fatal porque ni en un trabajo cutre me querían; a pesar de que no me perdía la gran oportunidad. Pero después, me relajé y pensé que era lo mejor, sino me hubiera sentido peor por aceptar ese trabajo.
Hoy sigo buscando trabajo y trato de no pensar mucho en la razón por la que no me aceptaron, porque me imagino lo peor, cuando tal vez no sea así y en realidad jamás sabré la verdadera razón.
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